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Salud mental y trabajo en pandemia

Fecha: 29 abril, 2021

Roberto Stolzenbach Ramírez

Salud mental y trabajo en pandemia

Roberto W. Stolzenbach R.
Académico Escuela de Psicología UCN

Es indudable que la pandemia de COVID-19 nos ha obligado a resituar nuestro quehacer e interacciones de una manera radical. El trabajo no ha sido la excepción, y es por ello que las organizaciones han debido adaptar los lugares y modalidades en que este se implementa, a fin de dar cumplimiento a las exigencias sanitarias. Una de las principales estrategias utilizadas es el teletrabajo, que desde su acuñamiento conceptual en los años 70 ha tenido un progresivo desarrollo, integrándose masivamente como herramienta de trabajo desde el 2020.

Con base en lo anterior, es lógico pensar que ha habido poco tiempo para diseñar un marco normativo que regule esta modalidad de trabajo, planteando un desafío no menor a empresas y colaboradores a la hora de compatibilizar labores con los espacios personales. Si antes era difícil deslindar al trabajador de la oficina, gracias al uso de dispositivos móviles; ahora es casi imposible, ya que el hogar se fusiona con la oficina.

Esta situación ha puesto en el tapete de la discusión pública la potencial sobrecarga laboral que estarían sufriendo los trabajadores en sus hogares y el impacto en su salud mental.

Aunque la salud mental en el trabajo es una variable que se ha estudiado profusamente desde los años 80, resulta paradojal que poco se hable de ella en las reuniones semanales de equipo y, mucho menos, se diseñen acciones orquestadas desde las empresas para promocionarla adecuadamente. En Chile, la salud mental en el trabajo entrega cifras preocupantes. Por ejemplo, un tercio de las licencias médicas en el trabajo se vinculan a causales de enfermedades mentales y, según la encuesta Ipsos 2021, nuestro país ocupa el 2° lugar a nivel mundial en la percepción de empeoramiento de la salud mental entre su población.

Todo este panorama hace evidente que el hablar sobre salud mental y, por sobre todo, en el trabajo, está poco interiorizado en nuestras prácticas culturales. Sin embargo, su progresiva visualización como fenómeno es un gran avance y todo lo que hagamos sumará a su afianzamiento como eje articulador de toda política orientada a potenciar el bienestar societal y organizacional.

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