Con gran pesar fue recibida en la comunidad universitaria, en especial de la Sede Coquimbo, donde se desempeñó por más de 20 años como académico del Departamento de Teología, el fallecimiento del profesor Sergio Romero González (QEPD).
Además de su labor docente, durante su paso por la universidad marcó un hito relevante con la creación de los Coloquios de Filosofía, Educación y Sociedad, efectuados de manera ininterrumpida por un cuarto de siglo. Aún con las limitaciones impuestas por la pandemia, este espacio de reflexión se realizó en 2020, en formato online, permitiendo que participaran personas de distintos puntos del país.
Este coloquio, dijo en 2020 el profesor Romero, “se ha realizado año a año y de manera ininterrumpida, porque persiste la porfía y la perseverancia. Esta es la historia de cómo desde la pequeñez hemos caminado hacia espacios más grandes y a lugares más globales”.En la ocasión también manifestó su esperanza en que el coloquio “siga creciendo en calidad y cantidad, integrando un real aporte a la comunidad, ojalá yendo más allá de las fronteras académicas, expandiéndose a los sectores ciudadanos y populares del país. Que los formatos se reinventen continuamente en relación con las necesidades de la ciudadanía”.
Su inquietud intelectual inspiró asimismo a Sergio Romero González, profesor de Filosofía y Magíster en Filosofía mención Pensamiento Contemporáneo,para incursionar como escritor, publicando “Escritos circunstanciales, pensamiento situado” y “Filosofía desde la Caleta, algunas formas de filosofar”, obra esta última que fue destacada con el premio del Fondo Manuel Concha de La Serena 2016, convocado por la Municipalidad y el Concejo Comunal.
Palabras del Director de Teología
“He tenido la suerte de compartir con Sergio por más de 20 años en el Departamento de Teología”, manifiesta el Director del Departamento de Teología, Francisco Correa Schnake. “Él ha sido un colega que desde su pensar filosófico de la realidad cotidiana, nos aportó como comunidad del Departamento de Teología, la porfía por una reflexión siempre situada, que no olvida al ser humano real y concreto como su centro fundamental. En este esfuerzo vital nos mostró el diálogo como un camino posible y necesario para el desarrollo de una vida universitaria realmente universitaria”.
Sin duda, continúa el prof. Correa, “fue un gran conversador porque sabía contemplar. escuchar y regalar su tiempo para encontrarse con otros, pensaran como él o no. Pero además, nos transmitió su permanente cuidado y preocupación por no sucumbir a los encantos de la vanidad intelectual, un peligro tan común en el quehacer académico universitario”.
Nota: Cecilia Becker La Regla
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