Academia

Los postgrados y su financiamiento

Fecha: 19 julio, 2018

Los postgrados y su financiamiento

El Mercurio publica opinión de Director General de Postgrado UCN sobre el tema.

En su edición especial dedicada a “Doctorados”, el periódico El Mercurio publica un comentario sobre el tema, titulado Los postgrados y su financiamiento, escrito por el Director General de Postgrado de la UCN, Dr. Federico Winkler Manns.

A continuación, reproducimos el texto completo:

En las últimas semanas, uno de los segmentos normalmente más discretos de la sociedad ha estado haciendo noticia: los estudiantes de postgrado, y, en especial, los de doctorado. Ellos se han movilizado para hacer públicas sus discrepancias con CONICYT, principal fuente de financiamiento de becas de postgrado en Chile, discrepancias que apuntan a la forma en que se asignan beneficios complementarios asociados para movilidad y gastos de operación.

Probablemente, para el grueso de la población nacional, esta controversia puede ser una suerte de curiosidad que agita la superficie de un pequeño lago poco profundo y normalmente tranquilo, y sólo hay que esperar a que amaine el viento. Sin embargo, este es un tema que debe preocuparnos por su gran potencial de efectos directos e indirectos en la sociedad.

Para dar sentido a una discusión en este tema debemos preguntarnos qué significa un estudiante de doctorado y qué importancia tiene para la sociedad, al punto de apoyar su formación con recursos públicos. Digamos que el más modesto estudiante de postgrado ha completado una carrera de pregrado de al menos 8 semestres (licenciado), ha superado las barreras de selección impuestas por los programas que lo reciben, se somete a un exigente programa de formación, y pospone su ingreso a la vida laboral y otros proyectos personales para profundizar conocimientos y adquirir nuevas competencias. Si es becario CONICYT, además se ha adjudicado competitivamente una beca que logra obtener menos del 50% de los postulantes. Los estudiantes de postgrado constituyen así un grupo muy pequeño y selecto. En el caso de los doctorados, si al graduarse ellos se incorporan a la academia, deberán aportar a la producción de nuevo conocimiento bajo estándares rigurosos de verificación de hipótesis y resultados, y a formar a las nuevas generaciones de profesionales para un mundo en el que la tecnología y el conocimiento ya representan las principales herramientas para el progreso y bienestar del país. Si no optan por la academia, la experiencia internacional es que ellos aportan al desarrollo tecnológico y a la innovación en forma destacada. Así, es fácil percibir, aún intuitivamente, que los beneficios sociales de la formación de postgraduados exceden largamente a la rentabilidad personal, justificando la inversión que se hace en ellos.

La formación doctoral, en particular, es un proceso complejo conducente a que el estudiante sea capaz de desarrollar investigación original según estándares internacionales y comunicar sus resultados, insertándose internacionalmente como un investigador activo y construyendo redes de colaboración que le permitan sostener en el futuro sus líneas de trabajo. Esto debe lograrse en plazos acotados, lo que es escrutado en las evaluaciones y acreditaciones de los programas de postgrado, obligando a una planificación ajustada del trabajo de cada estudiante y a un severo control de su progreso. Así, se espera que los estudiantes presenten sus avances de tesis de grado en congresos nacionales e internacionales, realicen estadías de investigación en el extranjero, al menos algunos de ellos desarrollen sus trabajos de tesis en cotutelas internacionales y, si es factible, accedan a doble graduación con universidades extranjeras. Esto demanda que los directores de tesis mantengan líneas de investigación financiadas y de alto estándar, y que las universidades posean una organización que sustente este proceso. Así, por ejemplo, la Red de Universidades Públicas no Estatales-G9, que aportócon el 52% de la matrícula de doctorados al país en 2018 y graduó al 50% del total de doctorados del país en 2017, también contribuyó con más de la mitad de las publicaciones indexadas nacionales y de los proyectos FONDECYT y FONDEF .

En este contexto, el financiamiento de los estudios de postgrados debe ser adecuado y contribuir a los procesos de formación de los estudiantes, tanto en los montos asignados como en la forma y oportunidad en que se brindan. Si no lo es, afecta la duración y la calidad de la formación de los graduandos. Considerando el marcado rezago que Chile tiene en la cantidad de doctores por millón de habitantes, que nos sitúa en el último lugar de los países de la OCDE, y la necesidad de preparar al país para el cambio desde una economía basada en los recursos naturales a una basada en el conocimiento, este es un tema que requiere la mayor atención. Esperemos que la próxima vez que los estudiantes de doctorado de Chile hagan noticia sea por su destacado aporte al conocimiento, la tecnología o la innovación, y no por problemas de financiamiento.

Federico Winkler Manns
Director General de Postgrado
Universidad Católica del Norte, parte de la Red G9

 

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