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Sergio Gaytán, amigo y gestor cultural

Fecha: 7 octubre, 2019

Jose Antonio Gonzalez

Sergio Gaytán, amigo y gestor cultural

José Antonio González
Director
Escuela de Derecho

La muerte de Sergio Gaytán Marambio, ha sido tan sorprendente, por el rápido desenlace. Los que fuimos amigos, le pudimos conocer varias facetas. Su edad siempre estuvo en desfase con sus estudios. Nos sorprendió que a inicio de la década de 1960 estuviese vinculado a obras de teatro del antiguo Instituto Superior de Comercio de Antofagasta. Le pedimos que escribiese sobre ello, en el anuario de las bodas de diamante de este establecimiento, en 1981.

Nos conocimos en la década de 1960, por medio del poeta iquiqueño Guillermo Ross Murray. Siempre inquieto, formó parte de una generación de la Escuela de Castellano, que se distinguió por la pasión en la lectura, donde Huberto Plaza, hoy desaparecido, forjaron a los jóvenes de la enseñanza media.

A mediados de la década de 1970 constituyó el Taller Recital, que, aprovechando sus funciones en la imprenta, se dedicó a publicitar cuanto escrito inédito surgió en la ciudad en esa década y los años 80. Me publicó muchas cosas referidas a poetas en torno a la obra editorial de David Turkeltaub, y sus Ediciones Ganymedes, donde vieron luz manuscritos de Enrique Lihn, Gonzalo Rojas, Armando Rubio, etc. Sergio, me pedía hacer introducciones a algunos poetas.

En este contexto, en 1979, hicimos en los salones de la Séptima Compañía de Bomberos, una presentación del poeta Raúl Zurita, absolutamente desconocido en el norte. En esos años, montamos la Revista Ensemble, del Instituto Chileno Francés de Cultura, una tribuna cultural disidente ante la mediocridad estatal en este ámbito. Se aprovechó de traer a varios nombres señeros de la poesía chilena, como los ya nombrados. Fue una actividad vibrante que, realizada en calle Prat, desapareció al despuntar el año 1981.

Después me editó por Taller Recital en 1980 La Iglesia y la Revolución de 1891 en Antofagasta. Habrá que reconocer en Sergio, el principal gestor cultural de los años 70 y 80 y, me atrevería a señalar, hasta la década de 1990, cuando los concursos culturales institucionales, reemplazaron el esfuerzo personal y amical en las acciones colectivas culturales.

Sergio acumuló y difundió los mayores testimonios de la poesía femenina de la región. Siguiendo la estela de Andrés Sabella, fue generoso en brindar apoyo y difundir las obras de mujeres que incursionaron en cantar nuestra paisaje y gentes junto con expresiones
más intimistas.

Conversamos hace un par de semanas e inquirimos sobre su salud. Lo de siempre, nos señaló, más o menos, culpando a los años. Pero se emocionó, al incursionar sobre varios proyectos literarios cuyo financiamiento tenía más o menos asegurado.

Mantendremos en nuestro recuerdo, las interminables conversaciones en el viejo departamento de María Angélica Lema, como también los proyectos barajados en conjunto con Osvaldo Maya Cortés, y esos encuentros en la antigua Imprenta de la Universidad Católica del Norte y en la Casa de la Cultura.
La ciudad ha perdido su más auténtico y fervoroso gestor cultural.

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