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Finaliza crucero científico en que participaron investigadores UCN

Fecha: 16 marzo, 2010

Finaliza crucero científico en que participaron investigadores UCN

Académicos de la UCN Coquimbo integraron parte de la tripulación del buque R/V Melville, del Instituto Oceanográfico Scripps, EE.UU. 

Ya está de regreso en Valparaíso el buque R/V Melville, nave perteneciente al Instituto Oceanográfico Scripps, de Estados Unidos, que durante el último mes ha recorrido buena parte de nuestras costas, llevando a bordo a un grupo de investigadores extranjeros y nacionales, unidos por el interés de saber y comprender más acerca de comunidades biológicas que viven en el océano profundo y que presentan una curiosa particularidad: en vez de sucumbir a la presencia de compuestos químicos como ácido sulfhídrico y metano, proliferan abundantemente, creando verdaderos “oasis”.
 
Entre los investigadores que componen la tripulación se cuenta el Dr. Javier Sellanes, de la Universidad Católica del Norte, quien desde hace años se ha dedicado a estudiar este fenómeno. De hecho, como parte de un proyecto FONDECYT liderado por él se realizaron las primeras exploraciones de la zona de afloramiento de metano frente a Concepción y “se generaron numerosas publicaciones científicas, incluyendo la descripción de varias especies nuevas para la ciencia”, precisa el académico.

Su participación – y la de un grupo de investigadores y alumnos de la UCN –  en este crucero científico fue posible gracias a la adjudicación de un nuevo proyecto FONDECYT, que da continuidad al anterior, ahora dedicado a explorar y estudiar la presencia de estos ambientes quimiosintéticos en el margen continental de Chile en profundidades que van de los 350 a los 3000 metros. Para la exploración y recolección de muestras, destaca,  el Melville cuenta con un vehículo submarino autónomo (ABE, Woods Hole Oceanographic Institution), que ha sido clave para el estudio, desarrollado específicamente en las zonas situadas frente a la Península de Taitao al sur (región de Aysén), a Concepción y a El Quisco.

El terremoto
“Zarpamos el 24 de febrero desde Puerto Montt y de ahí fuimos a trabajar frente a la Península de Taitao”, y  justo en esa zona, relata Javier Sellanes, “el 27 de febrero por la madrugada fue donde nos enteramos de la tragedia ocurrida en Chile. Inmediatamente se nos permitió hacer llamadas vía teléfono satelital a nuestros familiares y nos enteramos que todos estaban bien.

El resto de la información fue fluyendo lentamente y en su momento, y aún, creo que no llegamos a hacernos una idea de la magnitud que esto tuvo, es como si hubiésemos estado viviendo en una burbuja todo este tiempo. Me da la sensación de que zarpamos de un Chile y nos vamos a desembarcar en otro”, reconoce a pocas horas de pisar tierra firme, aclarando que siempre mantuvieron contacto con familias y amigos. “Hemos ido siguiendo con angustia y dolor, en la medida de lo que nuestras limitadas comunicaciones nos permiten, la suerte de miles de familias chilenas”.

Oasis en las profundidades
En ciertas zonas del océano donde hay afloramiento de compuestos químicos reducidos hacia la superficie del sedimento (por ejemplo ácido sufhídrico y metano) se desarrollan unas comunidades biológicas muy particulares, explica el Dr. Sellanes, aludiendo a ciertos microorganismos – bacterias y arqueas (microorganismos unicelulares), que pueden ser de vida libre o simbióticas, aclara – que pueden utilizar como fuente de energía estos compuestos químicos y a su vez constituir una fuente de materia orgánica para otros organismos en niveles superiores de la trama trófica, principalmente moluscos, gusanos poliquetos y crustáceos.

Es así que en estas zonas se generan verdaderos “oasis” de vida en el océano profundo, declara con entusiasmo este joven investigador que también participa en el programa Census of Marine Life. De hecho, dos subprogramas del mismo – COMARGE (Continental Margin Ecosystems on a Global Scale) y ChEss (Chemosynthetic Ecosystem Study)  – ayudan a financiar esta iniciativa multidisciplinaria que además cuenta con el apoyo de FONDECYT, a través del actual proyecto, y de la Facultad de Ciencias del Mar de la UCN, que financió la construcción de dos rastras para muestreo en aguas profundas, “las cuales han sido de vital importancia en el éxito de este crucero”, resalta Sellanes, anunciando que pronto darán a conocer varios descubrimientos realizados durante la travesía

 

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