Las aves la usan para hacer sus nidos, con el riesgo de enredarse y morir estranguladas. Además, confunden los trozos más pequeños con alimento, según científicos de la UCN.
Llega a través del océano desde Australia, Sudamérica y buques pesqueros:
Basura afecta la biodiversidad de islas Salas y Gómez y Rapa Nui. Fuente: El Mercurio.
Richard García
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El Mercurio
Las aves la usan para hacer sus nidos, con el riesgo de enredarse y morir estranguladas. Además, confunden los trozos más pequeños con alimento, según científicos de la UCN.
Cerca de dos toneladas de basura oceánica acumulada en la costa retiraron la semana pasada desde la isla Salas y Gómez investigadores del Núcleo Milenio de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas (ESMOI) y personal de la Armada. Es apenas un puñado de toda la que circula en la misma latitud. “Cuando uno navega a la altura de Juan Fernández, se puede ver basura cada una hora, pero si lo haces en la zona de las islas Salas y Gómez y de Pascua, puedes ver un objeto cada dos minutos”, asegura el biólogo marino de la Facultad de Ciencias del Mar de la U. Católica del Norte (UCN) Martin Thiel, quien es investigador del ESMOI.
La razón es que ambos territorios insulares se encuentran en el centro del llamado Giro del Pacífico Sur, donde se concentra la mayor cantidad de basura procedente desde Australia y Sudamérica.
“Con el apoyo de la Armada se han realizado cuatro cruceros para monitorear la basura en esa ecorregión”, destaca Carlos Gaymer, también biólogo marino de la UCN-ESMOI, quien explica que producto del oleaje, una parte de esos desechos varan en las islas oceánicas.
No todo viene desde los continentes. “Lo que más encontramos fueron boyas y cuerdas empleadas en la pesca industrial. Muchas veces cuando las embarcaciones pescan en mar abierto pierden las boyas y las cuerdas a las que estaban amarradas. Encontramos cientos de metros sobre la playa”.
Las aves marinas las emplean para hacer sus nidos. “En vez de recoger ramitas o algas, los hacen con basura y corren el riesgo de enredarse e incluso morir por asfixia”, explica Gaymer. También se han visto tortugas marinas enredadas.
Los investigadores lograron retirar las boyas y otros desechos, pero no pudieron sacar todas las cuerdas, porque en algunos casos habrían interferido con los nidos de las aves.
El objetivo es ahora clasificar por tipos la basura que recogieron y determinar sus características y procedencia.
En algunos casos se trata de objetos que por el estado de deterioro que presentan, llevan flotando a veces hasta dos años antes de llegar a la costa.
Hay problemas con la basura grande y también con la pequeña. Muchos de los desechos plásticos se descomponen antes de llegar a la costa, los animales los confunden con alimento y los ingieren.
El equipo de Gaymer ha diseccionado el estómago de aves marinas muertas y ha encontrado gran cantidad de plástico en su interior.
La mayor incógnita es el microplástico, la forma más pequeña en que el plástico se descompone (especialmente bolsas y botellas), que es ingerido por los organismos en la base de la cadena alimentaria, principalmente peces y microplancton. “Es uno de los grandes problemas y todavía no lo podemos dimensionar bien”, reconoce Thiel.
El investigador alemán, que ha desarrollado un programa internacional con niños chilenos y de su país sobre el tema de la basura especialmente oceánica, dice que se trata de uno de los problemas ambientales más fáciles de resolver. “Simplemente, no hay que botar basura al ambiente y menos próximo a ríos o la playa, porque desde allí llega muy fácil al mar”, sostiene.
También se debe controlar la disposición de basura desde los barcos. “Las empresas pesqueras que cada año compran 20 toneladas de redes deberían estar generando también 20 toneladas anuales de basura. Si no la traen a tierra, está claro dónde la están dejando”, reclama.
Créditos de las fotos:
http://whatonline.org/throwaway/
http://plasticoscontaminando.blogspot.com/
http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2015_328.html
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