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La educación católica como patrimonio de la humanidad marcó Inauguración del Año Académico en la UCN 

Fecha: 5 abril, 2024

La educación católica como patrimonio de la humanidad marcó Inauguración del Año Académico en la UCN 

Monseñor Guy-Réal Thivierge dictó conferencia en la jornada que marca el inicio oficial de las actividades 2024 en Antofagasta.

Una reflexión en torno a la educación católica como patrimonio de la humanidad y con proyección hacia el futuro, expuso Monseñor Guy-Réal Thivierge, en el marco de la conferencia de Inauguración del Año Académico 2024 de la Universidad Católica del Norte (UCN) en Antofagasta.

La autoridad eclesiástica y destacado académico viajó desde Roma para compartir un detallado análisis sobre los desafíos de la Educación Superior en el mundo y el rol de las instituciones y casas de estudios católicas en este contexto.

Elegí hablarles de la universidad católica como patrimonio con futuro”, dijo al inicio de su intervención, invitando a recordar juntos algunos fundamentos de la educación católica para construir el futuro.

En su presentación, la autoridad eclesiástica destacó los desafíos vinculados a la Educación Superior como exigentes, temibles y siempre estimulantes. “Cualesquiera sean vuestros horizontes académicos y vuestra experiencia profesional, siéntanse orgullosos de ello, y desde el comienzo calurosamente agradecidos”, manifestó.

Agregó que el diálogo y el encuentro, más allá de ellos mismos, de las competencias científicas necesarias, y de las buenas prácticas esenciales que las acompañan, siguen siendo instrumentos esenciales de una educación en la raíz de todas las personas, que cala en la profundidad.

Hablar con nuestros estudiantes, escucharlos, y no pretender lisa y llanamente ser sólo transmisores de teorías y conceptos, nos permite educar de otra manera. No sólo como profesores eruditos, sino también como despabiladores de conciencias, como transmisores de conciencia y sembradores de futuro, de sentido y sabiduría”, destacó.

En su análisis, explicó que los estudiantes constituyen la razón de ser de la institución, los cuales se convertirán en los mejores embajadores en la ciudad, en el país, en el continente latinoamericano y en el mundo. “Queridos estudiantes que están aquí, y a los que nos van a escuchar y leer después. La Universidad debe estar orgullosa de vuestra presencia hoy, y de vuestro impacto y logros futuros, sin fronteras, al convertirse en actores de vuestra propia vida personal y profesional, fortalecidos con la riquezas y virtudes de una formación integral. Y llevarán con orgullo en su entorno vital, las maravillas de la verdad, de la bondad y de la belleza, y se convertirán en protagonistas de una sociedad mejor, plenamente a la altura del hombre y de la mujer, y plenamente a la altura de Dios”.

Monseñor manifestó su felicidad de acompañar a las y los estudiantes en una formación que los hará ciudadanos conscientes, responsables y comprometidos al servicio de los demás. De igual forma, manifestó su cercanía con todos quienes forman parte de la comunidad educativa. “Compartimos un mismo espíritu, la misma pasión, una misión e ideario educativo, rico, de unidad y de inmensa diversidad. Pertenecemos a la misma familia, creemos firmemente en la fuerza transformadora de la educación y en la importancia de la institución universitaria”.

En su intervención detalló que la universidad, la ciudad, las familias y la Iglesia, contribuyen a través de los valores y capacidades que despliegan, y que las personas serán siempre los principales arquitectos de su proyecto de vida y felicidad.

Queridos amigos chilenos, vine aquí para estar cerca de todos y cada uno de ustedes, de vuestro proyecto universitario, y así confiarles que, de todo corazón, creo profundamente en ustedes, creo en la educación católica y en la universidad católica”, destacó.

Monseñor Guy-Réal Thivierge profundizó en el aporte y desafíos que enfrentan estudiantes, cuerpo académico y las instituciones católicas en general. Relató, asimismo, las dificultades presentes en el mundo y en las instituciones católicas en estos días.

En este sentido, destacó la necesidad urgente de contar con “nuevos mapas e instrumentos de navegación” para vivir mejor en este siglo XXI que debemos seguir descubriendo junto a otros, guiando, amando y sirviendo.

Se refirió a la crisis de las democracias, a la aparición de nuevas formas de pobreza, a las guerras que hacen que el futuro se vea más sombrío e ilegible. “Si queremos cambiar el mundo, ¿no deberíamos antes de todo trabajar juntos para cambiar la educación? Nuestras responsabilidades y misión, como estudiantes y profesionales, deben por naturaleza seguir siendo fascinantes y proféticas, pues llevan en sí semillas de novedad, descubrimiento, esperanza y de frutos para el futuro. En nuestra inteligencia se corre un velo que revela horizontes desconocidos que sólo la luz del tiempo y la profundidad de una asimilada experiencia permitirán sopesar en profundidad en su riqueza y eficacia”.

Monseñor llamó a creer en los miembros de la Comunidad Universitaria, porque eso también permite creer en el futuro de la humanidad. “Sigue siendo papel de la universidad, ciudad del universo, y en particular de la interdisciplinaridad, dialogar con otras culturas, otros credos y otras disciplinas, y así ofrecer nuevos espacios de conversación y diálogo. En este sentido, la universidad católica ofrece un lugar de predilección. Sus aportes específicos, y sus reflexiones, están desde hace siglos al servicio de los pueblos y del mundo”.

Recordó que en el mundo hay 1.700 universidades católicas, algunas en tierras no cristianas, y más de 260 000 escuelas católicas, acogiendo a muchos estudiantes de otros credos y religiones.

Centró parte de su exposición en el proyecto universitario católico, desarrollando sus aspectos distintivos. “La educación católica ofrece fundamentos y perspectivas creíbles, porque se enraíza tanto en la identidad antropológica del educando, como en más de 20 siglos de una historia fértil y portadora en una esperanza fundada en un un Dios hecho hombre”.

En su exposición especificó que el corazón y especificidad de una universidad católica está en el encuentro. “Es decir, el diálogo entre la fe y la razón, la fe y la inteligencia, la fe y la cultura, la fe y la ciencia, que son los ejes constitutivos específicos del enfoque universitario católico”.

Explicó que es ahí donde se debe trabajar, aludiendo que el verdadero destinatario de la educación católica es la persona, entendiéndola como la totalidad del ser humano, sujeto ético de derechos y deberes, querido por Dios y salvado por Jesucristo. “Teniendo a la persona como objetivo de su misión educativa, la Iglesia responde al mandato de Dios y se compromete con el bien común en favor de toda la comunidad humana”, recalcó.

La totalidad de la presentación con sus detalles está disponible en https://www.youtube.com/watch?v=B0rBZ0fAXpc

TRAYECTORIA

Monseñor Réal Thivierge fue por muchos años la cara visible de la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), donde ocupó distintos cargos. En 2001 fue elegido secretario general, cargo en el que permaneció hasta 2016, momento en que el Papa Francisco lo nombra nuevamente como consultor en la Congregación para la Educación Católica y también como secretario general de la Fundación Gravissimun Educacionis de la misma Congregación.

Es autor de libros y artículos en el campo de la teología bíblica y sobre las universidades católicas. Su aporte incluye estudios en el campo de las ciencias sociales y es conferencista y orador destacado en distintas partes del mundo. Asimismo, ha sido galardonado con el grado Doctor Honoris Causa en distintas universidades a nivel mundial.

RECTOR

En el marco de la Inauguración del Año Académico en Antofagasta, el rector de la UCN, Dr. Rodrigo Alda Varas, compartió ideas en torno a la educación católica como patrimonio de la humanidad.

Hoy en día vivimos en un mundo que, aunque resulte paradojal, tiene como constante un permanente cambio, con niveles de incertidumbre crecientes y desafíos cada vez más complejos a nivel global, nacional y regional”, destacó la autoridad.

En este contexto, indicó que a nivel global emergen temas como la búsqueda de la calidad como un elemento transversal y permanente; la incorporación de la Inteligencia Artificial (IA) en los procesos formativos; el envejecimiento de la población, el aumento de las expectativas de vida, los cambios generacionales disruptivos; el cómo la equidad de género se hace presente en la sociedad; la disyuntiva de cómo integrar las nuevas tecnologías en los procesos formativos que deben ser más flexibles y eficientes.

Se va a instalar un nuevo modelo de financiamiento para la Educación Superior con aranceles regulados que entran totalmente en vigencia en 2026; con la regulación de vacantes, con financiamiento basal, con nuevo financiamiento estudiantil, la eliminación del CAE, con nuevos criterios y estándares de acreditación institucional, con un probable nuevo Marco Nacional de Cualificaciones, con una educación virtual que emerge con más fuerza después de la pandemia, con brechas académicas estudiantiles, y finalmente, y no por ello menos importante, los problemas de salud mental”, destacó.

En el contexto regional mencionó como desafíos la búsqueda por desarrollar una minería sustentable que ponga el foco en el bienestar de los habitantes, con fenómenos migratorios crecientes que desafían el cómo somos capaces de hacernos cargo de temas como la inclusión y la diversidad. A lo anterior, sumó el contexto educacional con aspectos preocupantes a nivel regional como la brecha de profesores necesarios hacia el 2030, el que en la actualidad no se ve posible de resolver desde las instituciones de Educación Superior.

El rector Alda explicó que, más allá de estos escenarios particulares, desde siempre la educación católica ha desempeñado un papel fundamental en la formación de las personas, ayudándolas a ser conscientes de su responsabilidad hacia los demás y hacia el mundo en el que vivimos. “Ha sido una fuerza transformadora durante siglos, dejando una huella perdurable en innumerables vidas y comunidades alrededor del mundo”, puntualizó.

Añade que, en su núcleo, la educación católica se basa en los principios del amor, la misericordia y el servicio desinteresado. Estos valores fundamentales no sólo ayudan a las y los estudiantes a crecer intelectualmente, sino también a desarrollar un sentido de responsabilidad hacia el prójimo y a cultivar un compromiso sostenido con el bien común.

La autoridad resaltó que el Papa Francisco destaca a la educación católica, indicando la importancia de vincular los tres lenguajes humanos: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos. En sus palabras, “que uno piense lo que siente y hace, que uno sienta lo que piensa y hace, y que uno haga lo que siente y piensa”.

El Dr. Alda puso énfasis en que la identidad y el sentido de pertenencia son pilares fundamentales dentro de una Comunidad Universitaria, los cuales deben reconocer y valorar la individualidad y diversidad, fortaleciendo los lazos que unen a las y los integrantes de la Institución.

Instó a recordar siempre que cada integrante de la Comunidad UCN tiene un rol único y valioso que desempeñar en este proyecto educativo. “Al abrazar nuestra identidad y sentirnos parte de algo más grande que nosotros mismos, creamos un ambiente en el que todas y todos pueden prosperar y alcanzar su máximo potencial”.

Finalmente, invitó a seguir trabajando juntos para construir una comunidad universitaria inclusiva, acogedora y enriquecedora.

MISA

La Inauguración del Año Académico 2024 consideró en forma previa una celebración eucarística junto a la Comunidad Universitaria, que fue presidida por el Arzobispo de Antofagasta y Gran Canciller de la UCN, Monseñor Ignacio Ducasse Medina, y concelebrada por el Vice Gran Canciller de la UCN, André Hubert Robinet sj, Monseñor Guy-Réal Thivierge y sacerdotes asesores de la Pastoral UCN.

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