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“Niños científicos”: ¿Cómo viven la ciencia los escolares de la región de Coquimbo?

Fecha: 10 mayo, 2016

“Niños científicos”: ¿Cómo viven la ciencia los escolares de la región de Coquimbo?

Cada año son más los niños y niñas de la zona que realizan investigaciones científicas escolares y se atreven a desarrollar trabajos en esta área, para así encontrar soluciones a los problemas que afectan su entorno.

La investigación científica escolar es una disciplina que cada año suma más adeptos en la región de Coquimbo. La motivación de los docentes, pero en especial de los alumnos y alumnas ha ido en aumento y con ello la posibilidad de que nazcan nuevos investigadores cada año.

En el periodo académico escolar son cientos los estudiantes que se congregan en las aulas, patios y calles de todo Chile para dar a conocer sus investigaciones, con la clara convicción de estar haciendo un aporte para su comunidad, e incluso algunos con el deseo de poder generar un descubrimiento, que los podría llevar a ser el próximo Albert Einstein.

Pero esto no ha sido fácil, es un proceso que se ha demorado muchos años, con cambios culturales y sobre todo con un deseo por conocer lo que está pasando en el mundo y en el espacio más cercano.

“El hecho de llevar a los niños y niñas a un laboratorio o al contacto directo con los fenómenos que se desean investigar en el medio ambiente, les permite salir de sus casas, de la tecnología y ambiente más indoor. Las nuevas generaciones podrían presentar conductas más exploratorias e independientes de la tutela directa de los padres; por ende, actividades que les permitan descubrir nuevas experiencias puede ser un catalizador de estos niños y niñas científicos”, afirma el Psicólogo Benjamín Mujica.

El Programa Explora de CONICYT elaboró el año 2010 una guía de apoyo para la investigación científica escolar y ha pasado más de un lustro, pero dichas estrategias aún se mantienen a la vanguardia para el desarrollo de estas actividades.

El documento afirma que la Investigación Científica Escolar es la instancia para que “niñas, niños y jóvenes sean parte de una experiencia pedagógica que les revela que el conocimiento es tan importante como el proceso que hay que recorrer para llegar a él. Comprenden que sus inquietudes pueden llevarlos a hacer sus propios descubrimientos y reflexiones”.

El mismo ministerio de Educación en su marco referencial en módulos didácticos en ciencias naturales, refuerza la importancia de la investigación escolar en el desarrollo académico de los alumnos y alumnas de Chile “profesoras y profesores estamos llamados a enseñar ciencia para que todos los estudiantes se conviertan en ciudadanos informados en términos científicos, que puedan tener opinión y participar en la toma de decisiones con base científica. Esta nueva visión implica una enseñanza de la asignatura más democrática que se traduce en una ciencia para la diversidad, que no deja atrás a ningún estudiante y ofrece oportunidades de aprendizaje para todos”.

Dichas habilidades se van potenciando con cada trabajo o descubrimiento que realizan los estudiantes “La investigación puede facilitar el análisis, síntesis, reflexión, pensamiento crítico, entre otras habilidades aplicables directamente en el rendimiento académico. Por otro lado puede fomentar el desarrollo de tolerancia a la frustración, habilidades sociales, seguridad personal, etc. Siempre será un espacio enriquecedor para los estudiantes”, manifiesta Mujica.

Pero más allá de que estas instituciones buscan reforzar el trabajo científico escolar ¿Se realiza en la práctica?

Entre la sequía y la contaminación de la región de Coquimbo

Los estudiantes tiene claridad sobre qué investigar. Por lo menos en la región de Coquimbo las investigaciones vinculadas a la sequía y la contaminación ambiental se llevan los honores, respondiendo a los problemas que los alumnos y alumnas ven en su entorno.

De hecho, los 8 clubes de investigación científica escolar (CAICE) que tiene el Proyecto Asociativo Regional, PAR Explora de CONICYT Coquimbo de la Universidad Católica del Norte, seis trabajos tienen directa relación con las dinámicas de sequía y contaminación y otros dos con ciencias del mar.

“Los estudiantes observan y están conscientes de lo que pasa a su alrededor. Como ellos ven que en su comuna hay problemas de contaminación o que tienen escasez de agua para realizar su vida diaria, les nace el deseo de descubrir las razones de por qué ocurre eso. La mayoría de las investigaciones tienen su origen en los problemas que ocurren en el ambiente más cercano del alumno”, afirma Jessica Vargas, encargada del área de Valoración del PAR Explora de CONICYT Coquimbo.

Es más, en el Congreso Regional Escolar de Ciencia y Tecnología 2015, en donde participan investigaciones de toda la zona y que no necesariamente son Clubes de Explora, en un rápido repaso se podrían encontrar trabajos con títulos como “Aplicación de endófitos en plantas nativas como solución para la sequía”, “Cultivo de Prosopis chilensis en sustrato acondicionado, preparado con relave proveniente de la minera Altos de Punitaqui, en sectores de sequía” o “Acuaponia: una solución sustentable frente a la desertificación”, entre otros nombres.

Pero más que encasillar las investigaciones, lo relevante es que los niños y niñas de la región se han atrevido a profundizar sus trabajos y con ello fomentar sus inquietudes como jóvenes científicos.

El docente surge muchas veces como el principal motivador para el estudiante, así lo plantea el profesor de la escuela Patricio Lynch de Andacollo, Luis Alfaro “nosotros como escuela llevamos muchos años en esta actividad, de hecho nos conocen como escuela verde, en donde predomina el color verde en la escuela. Eso ha llevado desde chicos a los muchachos a interesarse, a preocuparse, a tratar de cuidar y mantener su escuela y el entorno. No es fácil, pero se ha ido logrando y cuando nos encontramos con otros establecimientos, se nota la diferencia, ya que nuestros alumnos tienen asumido esta situación”.

Luego que el docente motiva y entrega una “semilla”, surgen las propias ganas del estudiante para perfeccionarse y profundizar en una investigación científica. La docente Marjorie Ibacache del colegio Raúl Silva Henríquez de Ovalle, manifiesta que la motivación principal es el deseo por aprender más por parte de los niños y niñas “quieren adquirir conocimientos que no obtienen en la sala de clase y así poder implementarlos en el laboratorio para así llegar a ciertos resultados”.

El trabajo mancomunado es tal, que la profesora limarina tiene a su cargo a 30 alumnos de primero a 4to medio en sus talleres científicos y son los estudiantes mayores los que van fomentando la labor científica de los más pequeños.

Investigar el entorno

La región de Coquimbo es una zona que permite realizar diversas investigaciones. Por un lado el mar que baña sus cientos de kilómetros de costas, los valles y las zonas áridas que son parte de las 3 provincias y la calidad del cielo nocturno que hay en la región, hacen que sea un terreno propicio para levantar trabajos escolares.

La biodiversidad que rodea a la zona es fundamental para que los niños crezcan con inquietudes y asuman como propio el espacio, sin importar dónde estén.

“En El Tayán hay estudiantes con alta vulnerabilidad social, de una zona rural, sin embargo se observan en los alumnos y alumnas un apego, el recordar de sus conocimientos previos, lo que ven en su entorno y eso enriquece las investigaciones, ya que los trabajos se llenan de la experiencia que los niños tienen, se apropian de mejor forma con el entorno y el medio ambiente. Para un profesor es mucho mas fácil enseñar eso, que con un power point que puede estar descontextualizado de la realidad que ellos viven”, afirma Eduardo Jaime, docente de la escuela de dicha localidad y que agrupa a no más de 20 estudiantes, que disfrutan con la ciencia y la naturaleza.

El investigar es un deseo que cada día se desarrolla más en los estudiantes. Diana González, alumna del Colegio Aníbal Pinto de Coquimbo participa de los talleres científicos de su establecimiento, nadie la obligó a ingresar por una calificación adicional, simplemente quería responder a sus necesidades “de repente conocí el taller, no me interesaba en primer lugar entrar, pero después de ver cosas tan chiquititas y saber que podemos vivir de esas cosas…me nació la necesidad de querer investigar, de saber, de tener curiosidad”.

Su compañero Fabián Araya descubre su entorno más próximo, pero con estos clubes también surgen otras cosas en su desarrollo como estudiante y como persona “voy aprendiendo cosas que ni siquiera hubiese pensado hacer, voy aprendiendo más para ser mejor el día de mañana…, según lo que uno va logrando, va a generando más amistades, más personas que conoces”:

Descubrir el entorno y apropiarse de los problemas que afectan la identidad local, son los principales deseos que tienen los estudiantes, situación que es respaldada por los docentes para mejorar las habilidades cognitivas de los alumnos y alumnas.

Es por esto que las investigaciones aumentan las capacidades científicas, pero es muy importante también fomentar las habilidades blandas de cada participante de estos cursos. Así lo refuerza el profesor Herman Zuleta de la escuela Dagoberto Campos de El Molle “este tipo de trabajo desarrolla la personalidad, independiente de lo que puede significar el trabajo científico. No nos limitamos al conocimiento propiamente tal, sino que al desarrollo de la personalidad. Los niños de escuelas rurales suelen ser un poco mas retraídos, les cuesta expresarse, pero esto les ha permitido tener este desarrollo. Estamos muy preocupados de ser integrales”.

Con todas estas variables, la investigación escolar científica se está tomando los establecimientos educacionales de la zona. Quien sabe, tal vez en unos años más no sólo se verá en los recreos a los estudiantes jugando con un balón de fútbol, tocando la guitarra o intercambiando el último vídeo viral de Youtube; es muy probable que niños y niñas saquen sus lupas y comiencen a explorar en sus ratos libres, sólo por curiosidad, sólo por entretención.

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