Director de la Escuela de Arquitectura de la UCN efectuó un recorrido sobre los estándares en Chile.
Una detallada y crítica descripción sobre la temática de la “Habitabilidad Sustentable y Precariedad en tiempos de Pandemia” realizó el director del Centro Interdisciplinario para la Productividad y Construcción Sustentable (CIPYCS) Nodo Norte y director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica del Norte (UCN), Dr. José Guerra.
En el marco del ciclo de webinar que organiza CIPYCS, el académico destacó en su presentación que en la actual situación de emergencia sanitaria y las cada vez más recurrentes cuarentenas, se ha generado una reflexión sobre los estándares de construcción de la vivienda social en Chile.
“Una reflexión crítica de la emergencia sanitaria puso de manifiesto la precariedad en los modos de vida, estándares de habitabilidad y confort. Esto, hace que cobre mayor valor y sentido la construcción de las viviendas, los materiales y el espacio íntimo y social. Nunca antes habíamos tenido una cercanía con el concepto de confort y habitabilidad en nuestras viviendas, unido a la dificultad que tiene la población en los espacios donde vive, que es donde se deben sobrellevar las cuarentenas”, apunta Guerra.
Los conceptos que abordó en su exposición consideraron en primer lugar la habitabilidad, que dice relación con las condiciones de confort tanto térmico, lumínico y acústico, la disposición de los espacios interiores y la relación entre la superficie de inmueble y las personas que lo habitan.
Un segundo aspecto fue la sustentabilidad que se refiere a la calidad de materiales y construcción; consideraciones del tipo de suelo, disponibilidad y ahorro de agua, incluyendo el contexto de crisis climática; aislación de la vivienda con respecto a las variantes de frío y calor, como también la ventilación térmica y natural; la eficiencia energética y cómo aporta la vivienda en su conjunto a la salud y al contexto de la biodiversidad y paisaje.
El tercer punto hizo mención a la precariedad y abordó las condiciones de calidad de vida, considerando el espacio interno, familiar y comunitario; como también la calidad del espacio social, destacando las desigualdades socio-espaciales, falta de equipamiento en el entorno y el asegurar la vida cotidiana.
“Hoy es crítico, porque se genera que el espacio íntimo, familiar y cotidiano se empiezan a cruzar y no se encuentra el espacio necesario para desenvolverse”, señala el arquitecto Guerra.
Finalmente, el cuarto eje de la exposición consideró la pandemia desde la perspectiva sanitaria y económica, en especial cómo se evidencia esta en las periferias urbanas contextualizando desde la movilidad-trabajo, pobreza, viviendas de baja calidad, bajos niveles de equipamiento y conectividad, hacinamiento, estigmatización, carencias sanitarias y barrios socialmente homogéneos.
MENOR CALIDAD
Sobre el estándar de Habitabilidad Sustentable en Chile, el académico UCN presentó ejemplos para ilustrar cómo el diseño y construcción de viviendas de tipo social ha ido decayendo en el país.
En primer lugar mostró cuatro conjuntos de inmuebles que datan de antes de la década de los 80 y que destacan por su buen diseño y construcción. El Conjunto Habitacional “Siete Hermanas”, ubicado en Viña del Mar, donde el espacio de la interconexión entre los edificios permite un encuentro comunitario, lo cual resuelve el habitar en comunidad; y el Conjunto Habitacional Unidad Vecinal “Portales”, emplazado en Santiago, del cual destacó la calidad del espacio social.
El tercer ejemplo fue el Edificio Huanchaca, que es parte del Conjunto Habitacional Gran Vía en Antofagasta, el que es más conocido como “El Curvo”. Resaltó su propuesta de una gran calle pública que es la terraza del edificio, que funciona como un gran mirador hacia la costa de la ciudad. El cuarto ejemplo fue los Edificios Colectivos denominados “1020-1010”, que están distribuidos en todo Chile, destacando por sus dimensiones, que fluctúan entre los 47 y 55 metros cuadrados y los 66 a 75 metros cuadrados, superando las viviendas sociales que llegarían en 1984 a 34,42 metros cuadrados.
Para Guerra estos conjuntos de viviendas representan un diseño de vivienda que apunta a entregar las condiciones mínimas y esperables de un inmueble con sentido social y que se inserta en el ambiente urbano para construir ciudad.
Sin embargo, el arquitecto agrega que “la evolución de la calidad en la habitabilidad y las condiciones de confort de la vivienda de interés social han tenido un retroceso en la búsqueda de salvar la inequidad social y su rol de construir entorno social urbano y que dignifique la calidad de vida personal y urbana”.
Para ejemplificar este conflicto que se fue acrecentando desde los años 80, y que hoy cobra relevancia por la emergencia sanitaria y en especial por las cuarentenas, propuso como ejemplo las denominadas “Viviendas Progresivas”, que son casas básicas en su equipamiento con dos habitaciones, donde las familias son quienes se hacen cargo de las terminaciones de las viviendas. Estas, junto a los “Micro Departamentos” de 20 metros cuadrados construidos en Torres de Alta Densidad, son ejemplos poco certeros de proyectos sociales, indicó.
El académico e investigador UCN expresa que este tipo de construcción está asociado a un cambio de conceptos. Las personas ya no realizan su vida en las viviendas, sino que por motivos laborales se ocupan como “dormitorios”. En el caso de los micro departamentos, el cambio pasa desde la idea de familia a una de individuo.
“Aquí no hay un desarrollo de espacio comunitario, lo cual no favorece a tener una sociedad sana. Esto deja en evidencia las dificultades que presenta la cuarentena, en que la persona no puede salir de la vivienda”, argumenta el Director de la Escuela de Arquitectura UCN.
En conclusión, el Director de CIPYCS Nodo Norte señala que “Chile venía en un buen camino en el desarrollo de la vivienda social, pero terminamos con propuestas en que el sentido de la persona no está presente, sino que el problema económico ha primado por sobre el concepto de calidad”.
Esto genera que se manifieste la desigualdad y la inequidad en zonas periféricas de las ciudades con viviendas de baja calidad, con bajo nivel de equipamientos y alto nivel de hacinamiento. Lo que deja en evidencia que las condiciones de habitabilidad de la vivienda social y su entorno no están diseñadas para responder de buena manera a las cuarentenas y afecta la salud mental de las personas, concluyó.
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