Experto del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad Católica del Norte analiza movimiento telúrico que afectó a la nación centroamericana.
Miles de kilómetros separan la costa occidental de Costa Rica con el litoral costero de Chile. Sin embargo, ambos países muestran un aspecto en común: forman parte del Anillo de Fuego del Pacífico y están ubicados en zonas geográficas de alta sismicidad.
El terremoto que afectó a la nación centroamericana este miércoles 5 de septiembre, constituye un ejemplo de que la Tierra está en constante cambio, y generó preocupación en la mayor parte de los países situados en el sector Pacífico del continente americano.
La comunidad científica nacional siguió con atención este movimiento, en especial en el norte de Chile, donde especialistas del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad Católica del Norte (UCN), monitorearon y recopilaron antecedentes del sismo. Esta preocupación surge porque esta zona del país apareció en principio como expuesta a los efectos de un posible tsunami derivado del sismo centroamericano, situación que finalmente fue descartada por las autoridades.
SIMILITUDES
El geólogo de la UCN, Dr. Gabriel González López, fue uno de los expertos que a pocos minutos de ocurrido el terremoto comenzó el proceso de recolección de información sobre el mismo.
Explica que el sismo centroamericano tuvo su origen en el fenómeno de subducción, donde la Placa de Cocos se introduce bajo la Placa del Caribe, produciendo sismicidad. Este proceso es similar al que tiene lugar en Chile donde la Placa de Nazca se desplaza bajo la Placa Sudamericana.
En ambos casos la subducción provoca terremotos. También causa la fusión parcial de parte del manto terrestre, lo que genera magma que en algunos casos asciende, dando lugar a volcanes.
En el reciente sismo, que alcanzó una magnitud de 7,6 en la Escala de Richter, el especialista aclara que éste no tuvo la suficiente fuerza como para producir un tsunami que afecte las ciudades del norte de Chile. “El terremoto fue 40 veces menor que el ocurrido en la Región del Maule en 2010”, sostuvo el especialista, quien minimizó sus efectos en las costas chilenas.
Otro aspecto de interés señalado por el científico, es que el terremoto costarricense tuvo lugar en una zona que presenta una brecha sísmica, específicamente en la zona de la Península de Nicoya, y que no mostraba sismos de gran magnitud desde principios de la década de los noventa.
Esta situación de brecha también está presente en nuestro país, donde amplios sectores del territorio nacional, en especial de la zona norte, no muestran registros de movimientos telúricos de gran intensidad hace más de dos décadas, y en algunos casos en más de un siglo.
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