Yhurka Yáñez Navarrete
Psicóloga y Directora de Género Universidad Católica del Norte
Hablar de violencia, ya es un tema complejo, sin embargo, hablar de violencia hacia las mujeres parece normalizado, al punto que pocos cuestionan y muchos validan.
En Chile, como en otros países, debe existir siempre un día para conmemorar hechos tristes y dolorosos que sirven para reivindicar derechos. Es así que el 25 de Noviembre se recuerda por el mensaje que busca la denuncia y erradicación de la violencia que se ejerce hacia las mujeres en todo el mundo.
Las estadísticas señalan que en promedio una de cada tres mujeres ha sido victima de algún tipo de violencia, física, psicológica, económica, sexual, entre otras; por ello que no es casualidad que cada día cobre más fuerza la unión, protección y sororidad entre las mujeres, ya que lamentablemente las políticas publicas y otras medidas no dan abasto ni permiten reales procesos reparatorios.
Es por eso que existe un gran desafío y debe surgir desde la primera infancia, con una educación centrada en la igualdad y en el respeto permanente, donde no se validen los gritos, los golpes, el control, la restricción económica y tantas otras formas de agresión. Se requiere ampliar la capacitación y formación de educadores, docentes y familia, con la instauración de talleres de madres, padres y cuidadores como existe en otros países desde el momento de la concepción.
Asimismo se debe seguir trabajando unidamente en ferias preventivas de violencia, desarrollar talleres, tanto o igual como se habla de la contaminación y el medio ambiente. El problema es que de violencia no se habla lo suficiente, entonces no se previene, ni se repara y por lo tanto es un fenómeno que permea en el tiempo y continua hacia las nuevas generaciones, haciendo que ese círculo sea cada vez más difícil de intervenir.
Pero no todo está perdido, porque la unión y motivación de las mujeres es cada vez más fuerte y presente y hace que poco a poco se vayan visibilizando y denunciando situaciones, por las amigas, vecinas, compañeras y colegas, cuestiones que por el temor aún no pueden denunciar o porque han no han asimilado que lo que viven es violencia. Es clave entender que nunca es tarde para romper ese dolor y que existen muchas instituciones, agrupaciones y redes de apoyo para generar y reparar lo que nunca debió haber ocurrido, pero además porque es fundamental mostrar a las nuevas generaciones que debe existir un alto y un paso a una sociedad más igualitaria, con respeto a los derechos.
Porque las mujeres son y somos personas y por lo tanto no se puede cuestionar o golpear a una mujer por considerarla inferior, por sus capacidades o derechos. Ojalá que no tengamos que seguir sumando fechas y más fechas dolorosas para la reivindicar lo que las mujeres, diversidades, infancias y otros grupos merecen sólo por ser personas.
Esperamos que el respeto sea la próxima pandemia.
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