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¿Cómo nos hacemos cargo…?

Fecha: 25 noviembre, 2020

Marta Cayo María José Herrera

¿Cómo nos hacemos cargo…?

 

Marta Cayo Morales, Encargada Docente Departamento de Teología-Antofagasta.
Mg. María José Herrera Durán, Docente Formaciones Generales Teológicas, Departamento Teología-Coquimbo.

Se ha vuelto costumbre escuchar o ver en la televisión, periódicos o redes sociales, diversa información sobre hechos de violencia hacia las mujeres. Sin embargo, para saber que existe la violencia hacia las mujeres, creo que sólo debemos mirar a nuestro alrededor, y es posible percibir constantemente acciones donde se vulnera, discrimina y violenta de diferentes formas a las mujeres, de las cuales nosotras también somos parte. Es posible entonces, no sólo hablar desde lo que escuchamos por ahí, sino de aquello de lo cual hemos sido testigos de una u otra forma.

Y bueno, les preguntamos, ¿Qué rol tenemos nosotras las mujeres? ¿Qué rol tienen los hombres? ¿Qué rol tiene la sociedad? En definitiva, ¿cómo nos hacemos cargo de aquella o aquellas mujeres vulneradas? O simplemente, escucharemos la noticia, leemos el diario y seguimos nuestras vidas, como si no hubiese sucedido. Como si familias completas que están envueltas en la violencia no existieran, como si no hubiera consecuencias, como si no fuésemos testigos.

Ya no se puede pasar por alto acciones y prácticas normalizadas como sociedad. Desde la labor docente tenemos el deber de pronunciarnos, de rechazar la violencia, de comenzar a concientizar y cambiar nuestras prácticas, incentivando a que la comunidad sea parte de esta transformación, que implica esfuerzo y compromiso. Y volver a creer entonces, que la educación es el camino para el cambio.

Nuestra labor como profesoras no puede empezar y terminar solo con contenidos y aprendizajes, debe ir más allá, porque estamos educando en una sociedad que ha comenzado a problematizar conductas y creencias normalizadas por gran parte de la historia, y tenemos la posibilidad de hacer algo más.

Creemos ese algo más tiene que ser el aprender y enseñar a “hacernos cargo”, que hombres y mujeres recibamos estas noticias como si de una hermana nuestra se tratara. Dios le dice a Caín: “La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Gen 4,10), palabras que podemos releer en clave de género: “La voz de la sangre de TU HERMANA clama a mí desde la tierra”. Que ese clamor nos impulse a levantar la voz por las que ya no tienen voz.

 

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