“El corazón humano no puede brindar hoy ningún refugio… si el corazón es el órgano del recuerdo y la memoria, en la era digital estamos absolutamente desprovisto de corazón. Almacenamos cantidades impresionante de datos e informaciones, pero sin recordar”. (Byung Chul Han, Vida Contemplativa).
Por Alejandro Cerda Sanhueza, Director del Departamento de Teología
El corazón, es sin duda, el órgano más noble que poseemos, y su imagen simbólica está presente en todas las culturas ancestrales tanto de occidente como de oriente. Así también en la tradición bíblica, el corazón simboliza la conciencia, el lugar más privado y sagrado del ser, en que se encuentra la persona a solas con Dios y su verdad.
Por su parte la solidaridad es una forma de vivir el amor que brota de un buen corazón. Ella hace salir de sí mismo para ponerse al servicio de los demás, en especial los más vulnerables y necesitados. Es sin duda un valor y virtud necesaria y fundamental para combatir tanta desigualdad social.
La solidaridad como buen hábito de vida requiere de un corazón sano, empático y generoso. Así mismo la solidaridad, también es bueno para el corazón, para eso también hay que educarse y cuidarse, y en esa perspectiva se valora que se dedique en este caso un mes para hacer campañas y tomar conciencia de su importancia.
Se viven tiempos de transición, y de mucho vértigo, todo sucede con mucha rapidez, y cuesta aquilatar las novedades. Las redes sociales, la virtualidad, sobre cargan de información, de datos, de acontecimientos, que no hay tiempo para detenerse para meditar o practicar algo de lo que se aprende. Es así como la solidaridad va perdiendo sentido y contenido, y se reduce a ciertos actos caritativos, pierde su dimensión social, profética, de denuncia de estructuras injustas. Por su parte el cuidado del corazón se reduce a cuidados preventivos y sanitarios, que son importantes y necesarios, pero no suficientes, para una vida buena.
Se le atribuye ser el órgano de la memoria, de allí la palabra re-cordar (cordar- cardio) volver a pasar por el corazón, eso lo hace sensible, atento al presente, pero también a la historia, de como lo logrado, se debe al trabajo y sacrificio de otros, por lo tanto, hay que ser agradecido y retribuir de esa forma a los demás, lo que hace surgir la solidaridad como respuesta a esa conciencia agradecida. Ahora que termina agosto, que podamos tomar el relevo y vivir todo el año el cuidado al corazón y así cultivar más solidaridad.
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