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Calama y Antofagasta son los ejes de la integración

Fecha: 3 julio, 2021

Rodrigo Alda Vara

Calama y Antofagasta son los ejes de la integración

“El corredor bioceánico es más que un nuevo camino; es una obra que abrirá fronteras de posibilidades para un mejor devenir para el Cono Sur americano”.

En Chile, de manera casi natural, nuestra observación de los mapas es en el sentido Norte-Sur, seguramente porque hacia los puntos australes está la capital del país y los centros de poder.

Tal vez sería tiempo de modificar la mirada y también comenzar a hacerlo en sentido Oeste-Este, hacia el Atlántico.

¿Qué observamos desde Antofagasta y Calama, allende Los Andes? Las provincias boreales de Argentina, el sur de Bolivia, Paraguay, Uruguay y los estados del sur de Brasil hasta Sao Paulo, a casi 3.500 kilómetros. Hablamos de un territorio muy distinto al paisaje que tenemos en nuestra región. Nuestros vecinos cuentan con una generosa producción agropecuaria, entre las que destacan la soya, carne de vacunos, porcinos y aves, huevos y lácteos, pero también la caña de azúcar, tabaco, frutas tropicales, maíz, cebada, trigo y arroz.

En minería, tenemos producción de hierro, azufre, plata, plomo, petróleo y gas; y, por cierto, cobre, oro, plata y molibdeno, entre otros.

Se trata de una zona -el denominado Zicosur- habitada por casi 100 millones de personas, que incluye los estados brasileños de Mato Grosso do Sul, Paraná, Sao Paulo, Santa Catarina y Río Grande do Sul; las que en su conjunto suman unos 77 millones de habitantes y concentran casi la mitad del PIB del gigante sudamericano.

En esa misma área sumamos los 3,5 millones de habitantes de Uruguay; los 7,3 millones de Paraguay; y las provincias argentinas de Salta, Jujuy, Formosa, Misiones, Corrientes, El Chaco y Santiago del Estero, entre otras, donde habitan unas 7 millones de personas. Finalizamos con el sur de Bolivia y las provincias de Potosí, Chuquisaca, Tarija y Santa Cruz, con unos 2 millones de habitantes.

La vastedad y heterogeneidad del territorio es una de las principales fortalezas, pero estas deben gestionarse de mejor manera, más eficientemente por quienes aquí vivimos, lo que en, lo fundamental, pasa por la colaboración entre las partes como el elemento clave que puede hacer la diferencia para construir el futuro.

Porque es la colaboración a nivel de provincias, regiones y países, el elemento central de todo esto; lo que significa hacernos cargo de la gestión, más que seguir esperando por las soluciones desde Brasilia, Buenos Aires, La Paz, Montevideo, Asunción o Santiago.

La región de Antofagasta, con Calama como puerta de entrada, junto con los puertos de la capital regional, Mejillones y Tocopilla, son la salida más obvia para las mercancías de los países vecinos con destino al Asia Pacífico. Su situación arancelaria puede mejorar aún más si algún proceso de manufactura es realizado en nuestro territorio.

A lo anterior debemos agregar los notables avances en materia energética, donde contamos con una industria competitiva y cada vez más limpia, que da valor a la producción, dando cumplimiento a los estándares medioambientales más exigentes. 

Hoy somos conocidos por la minería y cada vez más por el desarrollo de las energías renovables no convencionales. Nuestra matriz productiva puede ampliarse mucho más, trayendo beneficios directos a las economías locales, es decir, a las personas.

Soñar no es tan difícil, porque tenemos los fundamentos para diseñar un desarrollo mejor: acuerdos comerciales con el mundo, materias primas, capacidad para agregar valor, universidades e investigación, personal capacitado y una infraestructura que seguirá en desarrollo con la consolidación en plenitud del corredor bioceánico que conectará los dos océanos más grandes del planeta.

Una mejor integración con los países vecinos es una real chance de desarrollo, plena de posibilidades; no es la suma de obras, de kilómetros de caminos o toneladas de cemento en puentes, sino la gestación de nuevos paradigmas que, bien dirigidos, acarrearán bonanza, mejores empleos, educación, paz y cultura.

Mejoremos el eje por el que nos hemos conducido hasta ahora y ampliemos el horizonte de las miradas. Será un gran cambio.

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