Columnistas

Derechos Humanos y Universidad

Fecha: 22 diciembre, 2020

Susana Arancibia Alejandra Pozo

Derechos Humanos y Universidad

Susana Arancibia Carvajal, Directora CIMET UCN

Alejandra Pozo Cortez, Directora de Género UCN

Derechos humanos y universidad son dos conceptos que están íntimamente relacionados, lo que como Universidad Católica del Norte nos plantea múltiples desafíos.

Los derechos humanos y la educación posibilitan construir las vidas de las personas desde el respeto mutuo, la valoración de la diversidad y la convivencia solidaria. La democratización del acceso a la educación universitaria, siempre dependiente de factores socioeconómicos, nos plantea como desafío aplicar los principios de justicia y equidad social y, como universidad, no quedarnos atrapados en un modelo que contribuye a exclusiones arbitrarias e injustas. Además, la educación es un proceso permanente, cuya finalidad es alcanzar el desarrollo del ser humano en su dimensión espiritual, ética-valórica, moral, afectiva, intelectual, artística y física, lo que nos desafía a disponer instancias de formación durante toda la vida, proporcionando una formación integral que permita a las personas alcanzar su plenitud, mediante el desarrollo armónico y coherente de todas y cada una de sus dimensiones.

Es decir, los procesos educativos de toda índole deben gestionarse con enfoque de derechos humanos para promover y educar en el respeto y valoración de las libertades fundamentales, de la diversidad multicultural de cada integrante de la comunidad universitaria, proveyendo las condiciones para que las personas conduzcan su vida para convivir y, consecuentemente, participar en forma responsable, solidaria, democrática y activa en los procesos histórico-sociales de nuestro país. En este sentido, la interdependencia entre derechos humanos y educación debe ser el sustento del currículo de los planes de estudio y, también, soporte de los vínculos sociopolíticos que se construyen en las comunidades educacionales, como insumo crítico y como una manera de cimentar acervos ético-valóricos y culturales que resguarden, nutran y enriquezcan las relaciones humanas.

Estos desafíos no son menores, considerando la evolución de los cambios sociales que nos exigen orientarnos hacia el desarrollo pleno de las personas.

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