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La pesquería de los huiros

Fecha: 12 diciembre, 2022

Julio Vásquez Castro

La pesquería de los huiros

Dr. Julio A. Vásquez

Departamento de Biología Marina, Facultad de Ciencias del Mar UCN

 Si bien las algas pardas (“huiros”) se distribuyen a lo largo de toda la costa rocosa, la actividad de extracción es casi exclusiva del norte de Chile, entre Arica y Los Vilos, fundamentalmente por cuestiones de clima y cercanía del desierto, ya que los costos del secado son mucho menores en esta zona.

Chile es quien más cosecha huiros desde poblaciones naturales a nivel mundial, los que son exportados sin valor agregado principalmente al mercado asiático con un retorno anual de US$130 millones. Sólo el 10% de las 300.000 toneladas desembarcadas anualmente son procesadas en Chile.

Esta actividad artesanal, mantiene empleos formales e informales de 15.000 personas que dependen de la cosecha, recolección y transformación de estas algas. Solo 7.000 pescadores y recolectoras de orilla tienen licencia de pescador/recolector/buzo, actividad casi imperceptible porque la faena ocurre muy temprano o asociada a las mareas bajas.

Otro asunto relevante es que, por desconocimiento de la biología de los huiros, se ha demonizado la forma en que estos son cosechados. El uso de una barreta para despegar las algas de las rocas (“barreteo”) es lo recomendado, además de ralear la pradera y extraer plantas grandes y reproductivas. Los huiros no crecen luego de cortes y podas, y el 40% del peso y en consecuencia de su valor monetario se concentra en sus estructuras de fijación.

La Subsecretaría de Pesca ha establecido distintas estrategias para consensuar la sustentabilidad su pesquería entre pescadores y recolectores artesanales, autoridades, empresarios y científicos. En los últimos años la fiscalización del Servicio Nacional de Pesca se ha focalizado en las plantas de proceso y transformación de huiros, y no sobre los pescadores artesanales. Así, las 276 y 326 ton incautadas el 2021 y 2022, representan menos del 0,1% del desembarque total anual. La pesca ilegal de huiros refleja el desempleo de otras actividades productivas y la precariedad de la población migrante, que en su cosecha y recolección ven su última oportunidad de supervivencia.

La pesquería de huiros es una actividad entre privados: el Estado no regula los precios de la materia prima, no establece límites de los volúmenes máximos de extracción con relación a la abundancia total disponible en los roqueríos, como lo hace Canadá o Noruega con sus algas nativas. Esto y una fiscalización de las exportaciones debiera regular el cumplimiento de los planes de manejo y conservación que establece la autoridad.

Sin embargo, si consideramos que el valor de la pesquería es insignificante en comparación al secuestro de CO2 y la producción de O2 que realizan diariamente los huiros, permitiendo mitigar el calentamiento global y el cambio climático, el Estado debiera bonificar monetariamente a los pescadores artesanales a “no cosechar”. Es urgente valorizar este secuestro de CO2 (Bonos de Carbono – Carbono Azul), generando mayor valor agregado y un abandono de las prácticas extractivistas que tanto afectan a nuestros recursos naturales.

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