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Presencia del académico Mario Orellana Rodríguez en la Universidad Católica del Norte

Fecha: 20 abril, 2022

Lautaro Núñez Atencio

Presencia del académico Mario Orellana Rodríguez en la Universidad Católica del Norte

Lautaro Núñez A.
Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo
Universidad Católica del Norte
San Pedro de Atacama

El 4 de abril del presente año se rindió un merecido homenaje al académico Mario Orellana Rodríguez en la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, fallecido recientemente a los 91 años el pasado 17 de diciembre (2021). En varios momentos de su vida universitaria mantuvo importantes contactos con la Universidad del Norte y la actual, principalmente por sus investigaciones arqueológicas y su apoyo a la obra del R.P. Gustavo Le Paige S.J. directamente en San Pedro de Atacama. Para comprender la trascendencia de su aporte a la arqueología e historiografía chilena, con énfasis en el norte del país, es necesario revelar su trascendente perfil académico desde sus inicios.

Motivado en su hogar entre lecturas históricas ingresa al “Pedagógico de Macul” de la Universidad de Chile para acercarse a los estudios históricos y filosóficos, obteniendo su Licenciatura en Historia por el año 1957, con un tema que lo condujo a las fuentes más antiguas: las aldeas agrícolas del antiguo Egipto. Su apego a las indagaciones entre la prehistoria y la historia colonial de Chile lo acercará definitivamente a lo que será una larga carrera en su Universidad de Chile. En el mismo Departamento de Historia, donde fuera alumno, es nombrado Profesor de Prehistoria (1958-1975), paralelo a su acceso al Centro de Estudios Antropológicos desde el año 1958. En ambas dependencias lo conocí en mis tiempos de ayudante y titulado, cuando se advertía muy cómodo junto a una generación de historiadores consagrados como: Guillermo Feliú Cruz, Ricardo Kreps, Eugenio Pereira, Hernán Ramírez, Olga Poblete, Mario Góngora, Néstor Meza, Juan Gómez Millas, junto a sus pares de una juventud prometedora: Sergio Villalobos, Rolando Mellafe, Álvaro Jara, Marcelo Carmagnani, Cristian Guerrero entre otros.

Ocurrió que no todos los estudiantes que ingresaban al Departamento de Historia eran seducidos por Clío, la musa predilecta, puesto que desde el año 1959 un grupo optó por enfatizar la arqueología y este profesor conducía el curso de Prehistoria de Chile. Muy cerca de Grete Mostny dictaba su famoso curso de Antropología, mientras que el suscrito escribía su tesis bajo su disciplina austriaca, y Bernardo Berdichewsky volvía de Europa e iniciaba sus primeras excavaciones abriéndose definitivamente a un ambiente favorable pro arqueología.

De hecho, junto con el Prof. Orellana dirigimos las excavaciones en los túmulos de San Felipe, en tiempos en que todos aspirábamos a más trabajos en terreno y, por cierto, lo visité cuando entre los años 1959 al 1961 ejerció por horas su “paleo historia” en su curso de Prehistoria e Historia Antigua en la Universidad Católica de Valparaíso. Allí me indicó que había contactado con un sacerdote Jesuita que iniciaba sus excavaciones en San Pedro de Atacama…

Cuando se llevó a cabo el Primer Congreso de Arqueología Chilena en Arica, en el año 1961, compartimos allí precisamente con el R.P. Gustavo Le Paige y fuera de dudas sus datos sobre poblamientos arcaicos pre agrícolas fueron de alto impacto. Por lo mismo, cuando Le Paige decide en el año 1963 organizar el Congreso Nacional e Internacional de Arqueología en su museo aun a medio construir, no sólo recibió el total apoyo de la jerarquía jesuita de la Universidad del Norte, sino que además el respaldo efusivo de las autoridades y organizaciones atacameñas. Para este evento, único en Chile, se apoyó precisamente en la asesoría del Prof. Mario Orellana, quien había recogido la experiencia de Arica, creándose una sólida amistad, por cuanto eran tiempos en que sucesivas expediciones arqueológicas provenían del Centro de Estudios Antropológicos donde se investigaban los datos y colecciones del área de San Pedro de Atacama. En ese año Le Paige nos convoca a este evento con invitados de los países vecinos bajo la más ordenada conducción del Secretario del Congreso: Mario Orellana R., académico de la Universidad de Chile. Fue en ese evento en que el Ingeniero Hans Niemeyer y el suscrito presentamos la moción para crear la Sociedad Chilena de Arqueología, iniciativa plenamente aceptada que explica por qué el Prof. Orellana y el suscrito fuimos, hasta no hace mucho, los únicos sobrevivientes de ese instante fundacional tan memorable.

En efecto, con estos contactos entre los años 1963 al 1971 estuvo a cargo de diversas expediciones arqueológicas hacia el río Loa medio y superior, con aquellos alumnos(as) que estaban decididos por esta disciplina, valorándose múltiples sitios de antiguos cazadores con talleres líticos y artefactos inéditos. Estos aportes fueron tratados en sus publicaciones iniciales por los años 1963 y 1964, con colecciones registradas en el río Loa y Salado y, por cierto, aquellas conservadas en el museo de San Pedro, apoyado por nuestra universidad. Estaba muy preocupado por los problemas cronológicos del complejo cultural de los oasis explorados por Le Paige que en conjunto lo llevan a reflexionar sobre la importancia de la Arqueología Chilena desde el tiempo de los pioneros hasta sus visiones propias, publicada por el año 2000. Estas labores de campo en el Loa y sus afluentes, más las colecciones líticas del museo de Le Paige, además de la formación de sus estudiantes en terreno, fueron claves para que a través de las tesis primero y luego como titulados sus ex alumnos siguieran con plena autonomía sus investigaciones principalmente a lo largo del río Loa y sus afluentes, aportes que marcaron también una temprana presencia de la Universidad de Chile desde la capital.

Su perfeccionamiento académico lo orientó a los postgrados de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Complutense de Madrid para enriquecer su desempeño en la Universidad de Chile, perdurando allí entre los años 1956 al 2002 cuando se acoge a su jubilación simbólica, pues persistió en sus publicaciones con más energía que antes. En todo este tiempo sus roles fueron diversos y estimulantes. Crea junto a Bernardo Berdichewsky y Grete Mostny la Licenciatura en Arqueología en el Departamento de Historia y acogiendo las inquietudes de las nuevas generaciones funda el Departamento de Antropología (1970), donde ejerció como Profesor de Prehistoria y Arqueología y, además, como su primer director (1970-1975), oportunidad en que incorpora la Sección de Antropología Física con el apoyo del notable investigador Juan Munizaga, quien se sumó al estudio de las colecciones del Museo de San Pedro. Después de un interregno académico de unos cinco años se incorpora a la academia como Profesor del Departamento de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, para marginarse involuntariamente por razones políticas y volver el año 1990 al Departamento de Antropología cuando por sus méritos es elegido Decano de la Facultad (1992) como punto culminante de su vocación universitaria.

Su vida académica la acompañó con un centenar de artículos y veinte y dos libros como autor y coautor, dedicados a la arqueología principalmente del río Loa y los oasis atacameños, paralelo a la historiografía de temas coloniales, sustentados en los análisis de las crónicas de los siglos XVI al XVIII. Sin dejar de lado sus observaciones antropológicas con títulos que implican temas prehistóricos con entradas etnológicas, sociedad, cultura y pasado, aborígenes e investigación, e historiografía chilena. Al final de su vida, y no podía ser de otro modo, terminó su último libro: “Pensamiento historiográfico de Chile (Siglos XVI, XVII y XVIII), publicado en el año 2022 en Ediciones del Desierto a cargo precisamente de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía. Por todo lo anterior fue galardonado con el Premio Nacional de Historia (1994) de acuerdo a sus aportes arqueológicos e historiográficos.

Su acercamiento reciente a nuestra Universidad se debe a los recuerdos de su etapa que por sus contactos pioneros recordados lo inducen a volver a su escenario prístino. Aquí, en San Pedro, les dio un carácter más científico a los estudios arqueológicos al interior de esta región durante los comienzos del R.P Le Paige. Por otra parte, aspiraba a conocer de cerca la reconocida labor de su hijo menor Fernando, desde su cargo de secretario general, sustentado en su Doctorado en Derecho. Durante estas visitas dicta conferencias en la sede de Coquimbo, luego inaugura el año académico en Antofagasta (2018), incluyendo posteriormente la reciente presentación de su último libro (2021).

Al terminar estos recuerdos vinculantes quisiera destacar su vida familiar tan ejemplar que también lo une con la academia, en cuanto su señora Noelia Torres Cernoch, ya fallecida, fue también tan brillante hasta destacarse como catedrática de Latín e Historia Antigua, obviamente en la Universidad de Chile (1956-1982). Su obra póstuma: “Historiografía y humanismo en la Roma Antigua” fue presentada en el año 2014 en la Universidad del Pacífico, la misma que le otorgó al Prof. Orellana el Doctorado Honoris Causa (2012). Sus hijos Mario, Rodrigo y el menor, Fernando nuestro Secretario General, están amparados por los recuerdos de dos seres excepcionales. En este reducido relato sólo he aspirado reflejar el valor y rol de un padre y científico ejemplar. Durante sus últimos momentos, comentan sus más cercanos, que aspiraba, con la paz de su obra plena, acompañar a su señora Noelia y su hija Jimena, ambas idas con sus cronologías tan inesperadamente cortas. Aunque siguió investigando hasta el final con plena vehemencia y el apoyo de toda su familia y, además, de la academia que siempre lo supo acompañar: era así y es así como lo recordamos desde San Pedro de Atacama.

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