Dr. Diego Molina expuso en conferencia organizada por la Dirección General de Pastoral y Cultura Cristiana.
Una invitación a reflexionar sobre la crisis que enfrenta la iglesia bajo la interrogante “Qué queda de la Iglesia, pérdidas y ganancias de un quiebre”, fue el tema de la conferencia dictada por el Dr. Diego Molina S.J., especialista en Eclesiología y académico de la Universidad de Granada, España.
En su exposición, realizada en la Casa Central de la UCN, el docente señaló que la crisis que vive hoy la iglesia no se debe sólo a las situaciones escandalosas que se han conocido, sino que desde la década del 70 ha disminuido de manera paulatina y sistemática el porcentaje de personas que se identifican con la religión católica.
En este sentido enumeró una serie de circunstancias que a su juicio han repercutido en este distanciamiento, entre las cuales mencionó el pluralismo de las sociedades y la incapacidad de la Iglesia de conformarse como real comunidad; además de que los esfuerzos por la evangelización “no han sido fecundos”.
En ese contexto, el sacerdote explicó que lo que queda para la Iglesia es tomar conciencia de esta situación y reconocer a Cristo en el centro, en un mundo secularizado con rasgos cristianos.
Agregó que “toda situación de crisis implica un paso doloroso”, y destacó que en el caso de la Iglesia se debe realizar la experiencia del “desierto” como un encuentro con la soledad más radical, y ojalá, quedarse con una iglesia capaz de transitar por el desierto como camino de salvación, argumentó.
Recalcó que la “experiencia de Dios” se sustenta en la fe, “en cristianos capaces de vivir su fe apoyándose solamente en Dios, sin mediaciones”.
Finalmente, Molina señaló que esta crisis debería ayudarnos a ver cómo funciona el poder en la iglesia y qué mecanismo de control tiene la comunidad. Se refirió también a la manera cómo se toman las decisiones al interior de la iglesia y a la forma en que se eligen los candidatos a sacerdotes y obispos.
En este último punto destacó que el celibato no tiene relación con los abusos, pero sí enfatizó que “el celibato exige un alto grado de madurez para ser vivido de manera sana”.
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