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Mensaje de Monseñor Ignacio Ducasse Medina, Arzobispo de Antofagasta y Gran Canciller de la UCN, por el Día Internacional de la Mujer

Fecha: 8 marzo, 2019

Mensaje de Monseñor Ignacio Ducasse Medina, Arzobispo de Antofagasta y Gran Canciller de la UCN, por el Día Internacional de la Mujer

La mujer: un pilar de la Iglesia

Queridas hermanas, mujeres de la Arquidiócesis de Antofagasta:

Al igual que el año pasado les envío un cordial saludo con motivo del Día Internacional de la Mujer.
No cabe duda que este es un día especial que nos permite, por una parte, dar gracias al Señor por los regalos que en ustedes ha dado a nuestra Iglesia y a la sociedad y, por otra, elevar nuestra súplica como comunidad eclesial para seguir recorriendo el camino que aún nos queda para construir junto a ustedes una nueva forma de relacionarnos, que sea como dice la Palabra testimonio de nueva humanidad.

El Papa nos desafía a tomar las tareas pendientes con las mujeres en la iglesia. Él está convencido “de la urgencia de ofrecer espacios a la mujer en la vida de la Iglesia”. Creo en el importante papel que la mujer ha desempeñado desde los primeros llamados de Jesús. Y también soy testigo, de que en muchas comunidades su liderazgo sostiene la vida y misión de la misma.

Tenemos mucho que aprender, especialmente en este momento crucial de la Iglesia, de la forma en que ustedes recepcionan el evangelio, ejercen el liderazgo, y la capacidad de asumir más protagonismo para el servicio del Reino.

El rostro femenino del cristianismo, da respuesta hoy a las demandas sociales que también buscan reivindicar la dignidad y el aporte de la mujer. Las mujeres en el cristianismo primitivo, eran plenas integrantes de la comunidad cristiana y ocupaban en ella un lugar de visible importancia.
Principalmente como modelos del discipulado, por su gran capacidad de amor y entrega a Dios, fundamento de su piedad, caridad, fuerza, confianza y gratitud (de los escritos de sor Isabel de Villena; “Las mujeres en el cristianismo”, pag.64).

Podemos entonces hablar de un discipulado femenino en varias dimensiones: seguimiento, servicio, acompañamiento y testimonio.

Podemos, también hacer memoria de las mujeres del evangelio que ponen rostro a este discipulado: María de Magdala, apóstol de apóstoles, seguidora fiel y enamorada de Jesucristo; la suegra de Pedro que al ser sanada por Jesús, su vida se vuelca al servicio como diakonia de la primera comunidad, María de Nazaret que como discípula también acompañó la vida y misión de Jesús desde sus primeros latidos en su vientre hasta Pentecostés, animando la fe de su nueva familia; testimonio de todas ellas las que el evangelio se permite reconocer en el camino de Jesús, como la samaritana, viajera de otras tierras, de otras creencias, que deja que su interior adore en espíritu y verdad como le enseña Jesús en el pozo y sale inflamada de amor y conversión a ser buena noticia para sus coterráneos.

Mujeres de Dios. Mujeres amadas por Dios. Mujeres llamadas por Dios.
Permítanme, invitarlas a ser fieles a ese Dios que las llamó. Ayuden a su Madre-Iglesia a ungir y sanar las heridas que todos de una u otra manera hemos abierto u ocasionado.
Que en esta Cuaresma, que acabamos de comenzar, podamos salir de esta crisis convertidos al evangelio de Cristo y ser una iglesia resucitada.

Les bendice con afecto de pastor,

Ignacio Ducasse Medina
Arzobispo de Antofagasta

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