Fue fundamental para el desarrollo del borde costero de la ciudad, y especialmente la generación de playas artificiales, el proyecto de saneamiento ambiental de las aguas servidas el cual comenzó en 1998
con la construcción de un emisario submarino de 985 metros de extensión con un tratamiento previo de las aguas, y que facilitó la eliminación de varios emisarios que vertían sus desechos directamente a nuestro litoral.
Este proceso permitió contar con un porcentaje de aguas recicladas para uso industrial y así posibilitar el riego a un menor costo para las áreas verdes.
Otra posibilidad de ocupar las aguas recicladas, es precisamente en la “agricultura urbana”, concepto fundamental para desarrollar una comuna sustentable y autosuficiente. Según datos internacionales, para que una ciudad comience a abastecerse así misma, debe producir como mínimo un 20% de los alimentos que consume su población. En este sentido, la implementación de sectores que puedan desarrollar la agricultura no es contradictorio y va en la dirección correcta. Pero recientemente se produjo un grave problema sanitario y de daño a la salud de la población, debido a dificultades en el proceso de cloración del riego con agua reciclada que ha puesto en peligro este futuro desarrollo.
Para poder aspirar a una ciudad sustentable y con mejor calidad de vida, y adelantarnos a futuros problemas que impidan seguir este tipo de desarrollo, se debe implementar de forma urgente en conjunto con la ciudadanía y la autoridad, especialmente municipal y empresas privadas, de un “plan de manejo y gestión integral del agua reciclada”, tendiente a lograr un estándar internacional tanto en el tratamiento como en su uso. De esta forma, se podrá devolver la tranquilidad a la ciudadanía y la confianza para seguir implementando la agricultura urbana, tan necesaria para una ciudad dependiente como la nuestra.
Gino Pérez Lancellotti
Arquitecto Urbanista, académico UCN.
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