Columnistas

Adolescencia y consumo de drogas

Fecha: 21 noviembre, 2013

Héctor Carrasco

Adolescencia y consumo de drogas

Dr. Héctor Carrasco Correa, psiquiatra hcarrasco@ucn.cl

Director Departamento Clínico, Facultad de Medicina

Universidad Católica del Norte

 

Acercarse al fenómeno del consumo de drogas en la adolescencia, es un atisbo a una realidad palpable en nuestra cotidianeidad. Describir esa etapa de la vida sugiere algunos aportes teóricos como que adolescencia, se percibe un destete familiar, otorgándole  a la comunidad de pares, la acogida y el compartir la realidad.

Es además necesario reconocer que todos nosotros hemos sufrido ya un destete previo que nos desaloja del mundo de los bebés para ubicarnos como uno más de los miembros de la familia.

Además de ser transitoria esta etapa, como las anteriores y posteriores, es especialmente dinámica y cambiante, en un marco social e histórico concreto, y trae consigo experiencias enriquecedoras, pero también conflictivas, como el consumo de drogas y alcohol.

. En el adolescente,  la vivencia individual de conflicto suele normalmente expresarse de un modo social y en ese contexto, una vez iniciado el consumo, y a veces sin pasar por un abuso, pueden escalar una rápida progresión a la dependencia.

Si nos contextualizamos en la realidad chilena, el noveno estudio nacional del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA 2010) da a conocer que, de acuerdo a lo declarado por adolescentes de 12 a 18 años, el  consumo de marihuana en este grupo ha bajado significativamente  desde 9,1% en 2008 (cifra más alta de la tendencia) a 5,3% en 2010. Entre los jóvenes de19 a 25 años se registra la  misma tendencia, descendiendo de  17,9% en 2008 a 12,3% en 2010 el consumo de marihuana. Similar fenómeno, de acuerdo al mismo estudio, se observa en el uso de  cocaína,  disminuyendo tanto en adolescentes (12 a 18 años) como en población joven (19 a 25 años). En este último grupo etario se observa una disminución estadísticamente significativa entre la medición del año 2008 (3,8%) y la medición del año 2010 (1,3%). Incluso el consumo de alcohol, indica el informe de SENDA,  consolida el descenso presentado desde 2006. “La prevalencia del último mes cae más de 9 puntos porcentuales, desde 49,8% hasta 40,5%, baja que sumada a la observada entre 2006 y 2008, ilustra una disminución significativa en la tendencia de consumo. La caída del alcohol se explica por un menor consumo en la población adolescente, donde se produce un descenso de 8,8 “.

Estos  datos nos  dan  un  escenario  muy  alentador en  el  discurso  oficial  ,  situación que  no  se  condice  con  la  realidad   del  discurso  coloquial  y lo  que  se  observa  desde el  trabajo  en  unidades de  tratamiento  en  dependencia  de  sustancias.

Puede  ser  que  el  método  de  encuestas  no  represente  la  realidad o  que ésta  es  tan  cambiante  que  desde  2010  a  la  fecha  exista  un  cambio  sustantivo  en  los  adolescentes  consumidores  de  sustancia.

Cualquiera  sea  la  respuesta , ésta  solo  es una  cifra  y  la situación  de la  droga  y  juventud  o  droga  y  comunidad ,  se  muestra  por  sí misma  como  una conducta  humana. Dependemos  de lo  inmediato , la  droga  y  sus  efectos  se inscriben  en  esa  realidad. Queremos,  al  igual  que  el  adolescente,   ser  felices  ahora ,  entretenernos  , pasar  la  pena ,  compartir;  en  pocas  palabras,  ser  alguien .

La  misticidad  del  efecto  droga  química  se  nos  pone  en  perspectiva ,  como  un  desafío  , pero  también  como  respuesta.

Cada  vez  que  atendemos  a  adolescentes  consumidores  ,  se  repite  la  frase:  “Es  que  me  hace  mal,  por  eso  vengo” , pero  en  el  fondo  de la  entrevista  encontramos  a  un  joven que  busca  en la  droga  lo  que  no  ha  obtenido  por  el  logro  de otros  objetivos , en  ocasiones  son  de participación  en la  comunidad  de los  pares, o la compensación  afectiva ,  el  demostrar  que  es  capaz .

La intervención frente al consumo de drogas en la adolescencia, por tanto, requiere una mirada integral, asumiendo que es una realidad diaria, compleja y humana, que nos desafía independiente de nuestro rol a ser partícipes de este acontecimiento social.

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