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La anhelada recuperación económica y social de la región de Antofagasta

Fecha: 10 agosto, 2021

Fernando Álvarez Castillo

La anhelada recuperación económica y social de la región de Antofagasta

Dr. Fernando Álvarez C.
Decano Facultad Economía y Administración UCN

El confinamiento al cual nos obligó la pandemia y la crisis social que vivió el país a partir de octubre del 2019, han significado un gran impacto en materia económica para el país y para nuestra región. Las cifras de desempleo, que llegaron a superar los dos dígitos; el aumento en la pobreza y pobreza extrema, como así también las cifras de cierre de empresas y la caída en el dinamismo de la economía, dan cuenta de los efectos que la crisis sanitaria y social han generado en la región. Cifras que, sumadas al aumento de enfermedades de salud mental, amenazas de algún rebrote y los costos para los resguardos de la población, dejan un panorama económico muy preocupante.

Si bien las ayudas del gobierno y los retiros de fondos de las AFPs han ayudado en parte a reducir los impactos de una crisis que podría haber generado consecuencias aún más profundas, el daño de todos modos existe y las secuelas económicas no solo llegan al mundo productivo, sino que al rincón de muchos hogares que, al perder sus fuentes de empleo, han debido soportar las continuas cuarentenas o restricciones a la movilidad, lo que les ha impedido buscar nuevas alternativas laborales para recomponer su dañada situación económica.

Otro fenómeno que la región ha vivido durante esta pandemia, es el incremento de la población inmigrante, que ha llegado en búsqueda de mejores condiciones de vida. Si bien la región desde antes de la crisis social y sanitaria ya venía viviendo un fuerte proceso migratorio, este se acrecentó por la situación de emergencia, agudizando aún más la crisis económica y social de la zona, pues gran parte de estas familias inmigrantes han llegado a vivir en condiciones muy precarias y sumidos en una alta vulnerabilidad. Frente a esta situación también ha aflorado la solidaridad de los habitantes que han sufrido menores impactos y que por iniciativa propia han creado ollas comunes para atender a los más necesitados, ayuda que también se vio reforzada por las cajas familiares distribuidas por el gobierno.

Hoy, cuando las cifras de contagios muestran niveles más bajos, comienza a aflorar la esperanza de un retorno a la normalidad. El comercio vuelve a tener la posibilidad de funcionar con mayor frecuencia y la movilidad permite que la economía comience a vislumbrar un mejor panorama. Más aún cuando nuestro país y nuestra región cuentan hoy con una gran parte de la población vacunada con su dosis completa, lo cual permite que podamos ser más optimistas frente a la realidad que se nos viene. Sin embargo, la condición de alerta no la podemos dejar, pues se han visto rebrotes importantes en otros países y la amenaza de un mayor contagio por ingreso de la variante Delta sigue estando presente.

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