Creación de nuevos centros de investigación, mejoramiento de protocolos de alerta temprana, y un aumento de trabajos científicos, resaltan como efectos positivos del desastre natural.
La imagen de casas, edificios e infraestructura destruida vuelven a la memoria al cumplirse el sexto año de la ocurrencia del terremoto y tsunami que sufrió la zona centro-sur de Chile el 27 de febrero de 2010. Si bien las principales consecuencias fueron negativas -siendo la principal la pérdida de vidas humanas-, el desastre natural también sirvió, como nunca antes en la historia del país, para aprender la lección y tomar medidas a fin de mitigar los efectos de futuros eventos de este tipo en el territorio nacional.
La creación de nuevos centros de investigación, mejoramiento de protocolos de alerta temprana, y un aumento significativo de investigación científica en los tópicos de terremotos y tsunamis, resaltan como aspectos positivos que dejó el sismo que tuvo su mayor intensidad en la Región del Maule.
Sobre el particular, el geólogo de nuestra Universidad e investigador principal del Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales (Cigiden), Dr. Gabriel González, resalta que el inusitado evento sísmico (el quinto de mayor magnitud en la historia reciente) motivó en Chile un incremento de las investigaciones asociadas a tsunamis. A este interés se sumó la creación de distintos grupos de investigación dedicados al abordaje del tema tsunami, algunos de ellos formados de manera institucional y otros al alero de las universidades.
Entre estos destaca la formación del Cigiden, iniciativa que parte el año 2011 a raíz de un concurso convocado por Conicyt, el cual fue ganado por la Pontificia Universidad Católica de Chile, en colaboración con la Universidad Católica del Norte, Universidad Federico Santa María y Universidad Andrés Bello.
Uno de los hitos de este Centro ha sido la constitución de un grupo de primer nivel dedicado a indagar los tsunamis, que hace estudios completos de este tipo de fenómenos, abordando aspectos como las fuentes sísmicas que los generan, su propagación e impacto en las costas chilenas.
Entre los trabajos realizados por la entidad resaltan las investigaciones en torno a los terremotos y tsunamis de Pisagua en 2014 e Illapel de 2015, además de continuar, hasta el día de hoy, con estudios relacionados con el gran terremoto del Maule de 2010.
APRENDIZAJES
El Dr. González señala que a raíz del terremoto del 27-F ha sido posible obtener una gran cantidad de lecciones y aprendizajes fundamentales para el país. “Hoy existe más investigación en torno al tema y se ha fortalecido el Centro Sismológico Nacional”, indicó.
A lo anterior añadió que tanto la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), como el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA), mejoraron sus protocolos de alerta. El primero con una vigilancia que ahora se extiende durante las 24 horas, mientras que el segundo perfeccionó su sistema de alerta de tsunamis.
En el ámbito científico, sostuvo que a través de Cigiden se han obtenido nuevos conocimientos que han permitido entender mejor el fenómeno de los tsunamis que tienen lugar en la costa del país.
En el ocurrido en Pisagua, en 2014, una de las conclusiones relevantes es la importancia de olas tardías de gran amplitud que arribaron 300 minutos después de ocurrido el evento en las costas del norte de Chile, y dan cuenta de una compleja relación entre la configuración de la costa, la batimetría y el tsunami mismo.
En cuanto al sismo de Illapel en 2015, y el tsunami que afectó a las localidades costeras del sector, fue posible aprender que en algunos casos las inundaciones son cuasi instantáneas. Es decir, ocurren tres o cuatro minutos luego de producido el sismo, tal como se pudo observar en Puerto Oscuro y en Caleta Totoral en el litoral de la Región de Coquimbo.
FUTURO
Respecto al trabajo futuro, el académico del Departamento de Ciencias Geológicas de la UCN indicó que la idea es avanzar junto al Cigiden en el desarrollo de una plataforma de entrenamiento para optimizar la toma de decisiones ante la ocurrencia de desastres naturales.
Lo anterior se espera lograr mediante una herramienta computacional que incorpore modelos numéricos que simulen la fuente sísmica, la propagación del tsunami y los potenciales daños a la infraestructura de las ciudades.
En todo este proceso, señaló, han sido relevantes las experiencias, lecciones y conocimientos adquiridos durante el estudio de terremoto y tsunami ocurrido hace seis años en el país.
No hay comentarios