Carta publicada en Revista Mensaje, escrita por los académicos de la Universidad Católica del Norte Sede Coquimbo, Alejandro Cerda Sanhueza y Fabián Bustamante Olguín.
El reciente nombramiento de don René Rebolledo, arzobispo de La Serena, e Ignacio Ducasse, arzobispo de Antofagasta, como presidente y vicepresidente respectivamente de la Conferencia Episcopal de Chile, pone al norte del país en el centro de esta importante instancia del episcopado nacional. Este hecho no solo es relevante para la Iglesia, sino también para el norte de Chile, ya que permite conectar las realidades pastorales, sociales, político-regionales y económicas de una región que, por su condición geográfica, ha quedado un tanto desconectada del centro y sur del país.
Encabezar esta iniciativa, que ya se apronta a celebrar 67 años en el caminar de la Iglesia por estas tierras, no es una tarea menor ni sencilla. El contexto socio-cultural actual es complejo, marcado por una crisis de credibilidad y participación en las instituciones, y un proceso de «secularización» que pone al margen a las confesiones religiosas. Además, tampoco es una tarea sencilla hacia su interior, ya que la Conferencia Episcopal ha vivido y sigue viviendo tensiones entre obispos progresistas y conservadores, así como casos de abuso sexual de sacerdotes.
Presidir la Conferencia Episcopal implica asumir una perspectiva de liderazgo político que busca el bien común tanto para los creyentes católicos, de otras confesiones, como para los no creyentes. Su labor evangelizadora pone en evidencia la dimensión social del compromiso creyente. Lo que orienten o inspiren al interior de la Iglesia debe tener repercusiones en la sociedad, y lo que acontece en la sociedad impacta su reflexión y comprensión de la experiencia creyente.
En este caso, ambos arzobispos podrán mirar la labor local con una perspectiva nacional, y lo nacional con una perspectiva territorial. Temas como la sequía, la migración, la explotación y situación del mundo de la minería y de la pesca, el respectivo daño al medio ambiente, las necesidades de los pueblos originarios del norte y la religiosidad popular, por nombrar algunos, podrán visibilizarse desde su ejercicio pastoral.
La importancia de que dos arzobispos del norte estén al mando de la Conferencia Episcopal de Chile no puede subestimarse. Esta posición les permite resaltar y abordar los desafíos específicos que enfrenta el norte del país. La región ha sido históricamente un motor económico debido a su riqueza en recursos naturales como la minería y la pesca, pero también ha enfrentado problemas graves como la sequía, la contaminación ambiental y las dificultades asociadas a la migración. Estos problemas, que los arzobispos Rebolledo y Ducasse conocen bien, ahora pueden ser abordados con una mayor resonancia a nivel nacional.
La Iglesia puede ser una voz poderosa en la defensa de los derechos humanos y en la promoción de la justicia social. Bajo esta nueva directiva, la Conferencia Episcopal puede trabajar para fortalecer la cohesión social, abogar por políticas públicas justas y equitativas, y ser un puente entre diferentes sectores de la sociedad.
El liderazgo en la Conferencia Episcopal representa una oportunidad única para abordar los desafíos del norte de Chile desde una perspectiva integrada que combina la fe y la acción social. Que Jesús de Nazaret, modelo del Buen Pastor, los inspire y acompañe en esta importante tarea. Con su liderazgo, la Iglesia puede contribuir significativamente al bienestar y desarrollo de la región, promoviendo una sociedad más justa, inclusiva y solidaria.
Los arzobispos Rebolledo y Ducasse, con su conocimiento y experiencia, están bien posicionados para guiar a la Iglesia en su misión de servir a todos los chilenos, promoviendo el bien común y la justicia social.
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