Carolina Salinas Alarcón, Secretaria de Género, Universidad Católica del Norte Sede Coquimbo.
En el recientemente finalizado año 2021, la sociedad chilena fue testigo de 44 asesinatos de mujeres en manos de sus parejas. Femicidios consumados, femicidios frustrados, agresiones, amenazas, denuncias en carabineros, medidas cautelares, son parte de la cotidianeidad, que, debido a lo frecuente, dejó de sorprendernos hace tiempo.
Lo que sí nos sorprendió en gran medida, fueron los femicidios ocurridos en la Región de Coquimbo. Nuestras ciudades que han gozado la fama de tranquilas, han visto vulnerada dicha tranquilidad con el asesinato de mujeres en manos de sus parejas o ex parejas.
Rosa Fritis de 46 años, es una de ellas. Asesinada en octubre por su pareja, sufría de agresiones constantes y en más de una ocasión, personas de su círculo le habrían dicho que lo dejara, sin resultados. Rosa seguía con él, hasta que finalmente fue asesinada.
Pamela Álvarez de 55 años, con pocos días de diferencia, fue asesinada por su expareja, con quién no convivía, pero habría sostenido una relación sentimental por más de 10 años.
Ante los sucesos que nos estremecen y en los que se ven vulnerados los derechos humanos, se nos ha hecho costumbre escuchar argumentos que responsabilizan a las víctimas de dichas vulneraciones.
¿Por qué no deja a su pareja?, ¿por qué lo permite?, ¿por qué no denunció? Son preguntan frecuentes que conllevan el implícito de ser considerada responsable de situaciones vulneratorias.
Poco nos preguntamos qué papel jugamos las y los espectadores en la erradicación de la violencia. Los testimonios de las víctimas dan cuenta de una enraizada costumbre de culpabilizar a las mujeres, ya sea minimizando su vivencia o relativizando el relato, con la elaboración de hipótesis referidas a que las agresiones vividas son merecidas por una cuestionable conducta presumiblemente poco decorosa, o bien por una desidia al momento acudir por ayuda.
La red de apoyo del Estado a menudo falla en la protección de las personas violentadas. Pero la sociedad no se queda atrás, apuntando con un dedo acusador a quienes son o fueron víctimas.
En la Universidad Católica del Norte, el respeto a la dignidad de las personas es un principio fundamental que constituye una carta de navegación para todo el quehacer universitario. No obstante, el ejercicio y goce de los DDHH presenta dilemas que provienen de patrones culturales muy arraigados. Dejar de culpabilizar a las victimas de las violaciones a los DDHH, es trabajo de largo aliento. Un importante paso lo constituyen las acciones preventivas contra la violencia de género y discriminación, que ponen énfasis en generar espacios de reflexión para dejar de culpabilizar a quienes debemos proteger, acompañar y garantizar espacios seguros donde denunciar, ser contenidas, protegidas e iniciar un proceso reparatorio integral.
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