Sectores fueron afectados de manera importante por el temporal del pasado 8 de agosto.
A más de un mes del temporal que, con características de huracán, afectó gran parte del país, las playas de La Serena todavía reflejan el daño provocado por los fuertes vientos y marejadas. Más aún, la recuperación de los socavones tardaría cerca de 5 años, en opinión del capitán de puerto de Coquimbo, teniente primero Raúl Ceballos, diagnóstico que además determinó la restricción en el uso de la franja destinada a bañistas.
El turismo, sin embargo, no es el único sector que ha resultado afectado por el fenómeno climático. Las playas y dunas constituyen importantes ecosistemas de la franja costera, como lugar de contacto de la tierra con sus descargas de agua dulce, el mar y la atmósfera, “y cada uno de estos grandes sistemas tiene su propia dinámica y funcionamiento”, explica Manuel Berríos, académico de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica del Norte.
Frente al deterioro experimentado por nuestras playas, el docente señala: “La experiencia mundial indica que la recuperación de los sistemas dunarios y playas de arenas intervenidos por la acción humana se realiza en base al conocimiento de recurso, el cual se obtiene mediante el desarrollo de diferentes estudios multidisciplinario integradores tendientes a establecer una política o plan de desarrollo que de sustentabilidad y manejo al recurso”.
Y si bien reconoce que actualmente existen diversas técnicas que permiten la conservación y recuperación de las dunas y playas de arenas, “dichas técnicas requieren del conocimiento particular de cada ecosistema”.
Beneficios ambientales
Ahondando en el tema, Berríos comenta que estos ecosistemas, – que incluyen manglares, marismas y humedales de agua dulce, playas y dunas, el mar, las lagunas costeras y los bosques-, proporcionan importantes beneficios ambientales a las comunidades que habitan en el borde costero.
En el caso de las dunas o médanos, precisa que uno de esos beneficios consiste en ser una protección natural para la zona costera, “ya que reciben el embate del oleaje y tormentas. Debido al propio movimiento de los sedimentos, pueden soportar la fuerza de estos fenómenos y recuperarse cuando llega la calma”.
Además, filtran el agua hacia el subsuelo, alimentando el manto freático y ayudando también a mantener una buena calidad de la misma. Estas acumulaciones de sedimento, en apariencia inertes, otorgan un sustrato para el hábitat de distintas especies vegetales y animales.
Y no debemos olvidar, agrega el experto de la UCN, la gran belleza de las dunas o médanos, “que les otorga un importante valor recreativo, pues en ellos se desarrollan actividades de ecoturismo y de deportes sobre arena”.
Construcciones no amigables y legislación
Junto a los fenómenos climáticos, las playas deben soportar los efectos de construcciones no amigables sobre los sistemas dunario y playas de arena, que, advierte Manuel Berríos, “interrumpen el flujo normal de los sedimentos que se redistribuyen en el perfil de la duna y playa durante las diferentes estaciones de un año”.
Acerca de la existencia de una legislación que proteja estos ecosistemas, el experto indica que en estos momentos existe una normativa que establece la política nacional de uso del borde costero del litoral de la República y crea la Comisión Nacional de Uso del Borde Costero del Litoral y las Comisiones Regional Decreto 475 de fecha 11 de enero de 1995.
En la Región de Coquimbo, desde 2005 se cuenta con el documento Zonificación de los Usos del Borde Costero, dentro del cual se establece como Área de Restricción Ecológica Borde Costero “aquella franja de territorio costero en la cual se restringen los usos a fin de proteger el recursos costeros. Esta zona está constituida por islas, humedales costeros, ecosistemas dunarios y playas de mar”.
Más atrás en el tiempo, en 1974 se estableció la bonificación para la forestación o estabilización de dunas en suelos de aptitud preferentemente forestal, disposición que dejó de tener vigencia en enero de 2013.
En conclusión, dice Manuel Berríos, “actualmente no existe en el marco legal una regulación específica sobre playas y dunas costeras. Probablemente y a través de la Comisión Regional del Uso del Borde Costero (CRUBC), se debiese establecer una reglamentación especial referente a un Plan de Manejo Costero Integrado cuyo objetivo central sería establecer las normativas sobre el manejo sustentable de las playas y médanos o dunas de la Región de Coquimbo”.
Un comentario
Héctor Ugalde Olivaress
jueves 10 de septiembre 2015 9:09 pm
Esta es una opinión con fundamento científico. que se debió considerar antes de convertir el borde costero en una zona de edificación con edificios cada vez más altos y sin considerar como afectan al proceso natural.