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Actividades motrices al aire libre, significancia del movimiento en los niños

Fecha: 16 abril, 2015

Monica Scaramelli

Actividades motrices al aire libre, significancia del movimiento en los niños

Klga. Mónica Scaramelli Melo
Mg. Desarrollo Cognitivo
Facultad de Medicina
Universidad Católica del Norte

– La importancia de que el niño a través del juego libre construya su corporalidad es tan vital como un mapa para navegar en el espacio así como un alfabeto que permita comunicar emociones.

Uno de los aspectos más relevantes de la época de verano son las actividades al aire libre. La temperatura agradable permite vestirnos con ropa más liviana y ligera y tener nuestro cuerpo más descubierto. Esto es fundamental para nuestros niños: sentirse más libres para jugar y tener contacto con el mundo que les rodea, necesitando del juego para su bienestar.
El desarrollo intelectual, sensoriomotor y afectivo constituye la vía natural de expresión; el resultado de jugar es el placer.
Todos los niños juegan. En las diferentes edades, el juego tiene trasfondos distintos: los dos primeros años de vida constituyen un período esencialmente sensoriomotor, en el cual el niño pequeño, durante los cuidados cotidianos, recibe muchas impresiones táctiles que le dan información acerca de su cuerpo. Luego, el propio niño descubre su cuerpo, sus manos, y cómo éstas se transforman en un instrumento para explorar el mundo que le rodea.
El esquema corporal es el resultado de la experiencia del cuerpo, de la que el individuo toma poco a poco conciencia. Se constituye fundamentalmente como un fenómeno de carácter perceptivo, que tiene su punto de partida en las sensaciones tomadas del interior y del exterior del cuerpo. El esquema corporal se elabora al compás del desarrollo y la maduración nerviosa.
La imagen corporal que construye el niño de sí mismo, es el resultado de toda la actividad de sensación y movimiento que vive el individuo, constituyendo una representación mental que es la síntesis de todos los mensajes, estímulos y acciones que permiten al niño diferenciarse del mundo exterior y adueñarse de sí mismo.
Tenemos, pues, dos niveles diferentes del mismo proceso. Por una parte, el cuerpo como objeto de percepción (somatognosia), y por otra, el cuerpo como objeto de representación. Ambos elementos son la base del desarrollo de la orientación espacial y temporal tan necesaria para moverse en armonía en diferentes situaciones y para la proyección abstracta de los elementos distintivos en las letras, en la secuencia numérica, en las palabras, oraciones, etc.
La importancia de que el niño a través del juego libre construya su corporalidad es tan vital como un mapa para navegar en el espacio así como un alfabeto que permita comunicar emociones.
Desde los dos hasta los seis años se desarrolla el juego simbólico, los juegos corporales se complejizan y perfeccionan. De los seis años hacia la pubertad, y tras integrar valores y reglas sociales, los niños ya pueden participar en juegos grupales con reglas (la mancha, la escondida, juegos de ingenio) o de habilidad motriz global reglados de manera compleja (carreras, saltos, trepados, juegos de mesa, de construcción) que requieren de la maduración psicológica, afectiva, cognitiva y social.
Hoy, el medio nos llama constantemente a comprar juguetes y objetos que nos ayuden a criar a nuestros hijos, ¿Cuáles son los más apropiados? Aquellos de materiales simples, que puedan ser objeto de exploración y transformación, que en cada etapa del desarrollo puedan hacer diferentes cosas. Sí deben ser seguros y manipulables de manera autónoma. Lo esencial, como afirma la destacada psicóloga Anna Tardos, es que el niño juegue con los juguetes y no los juguetes con el niño.
La creatividad, las transformaciones, las construcciones, el simbolismo que ofrecen materiales como la arena y los diferentes elementos que aparecen en ella, el agua, la tierra, recipientes como baldes, moldes, pelotas de tela, el contacto con diferentes texturas como el pasto, son en esta época de verano un deleite para los sentidos del niño y una posibilidad cierta de desplegar su potencial creativo, y sus posibilidades motrices. ¡A disfrutar entonces del verano y las actividades al aire libre!

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