En el marco de una nueva conmemoración del 8 de marzo: día de las mujeres trabajadoras, nos parece de toda relevancia reconocer el aporte de las mujeres al desarrollo de los países y la vinculación de la igualdad de género con el desarrollo sostenible.
Una idea bastante generalizada en nuestra sociedad es la vinculación entre desarrollo y educación. Desde hace décadas, se ha puesto en la agenda la necesidad de nuestro país de avanzar en una mejora sustantiva en educación, que permita avanzar en desarrollo de la nación. Ofrecer educación de calidad, democratizar el conocimiento, mayores accesos, mejores procesos, mayor retención, mejores oportunidades, son algunas de las demandas sociales que, sin importar el gobierno de turno, han estado en la preocupación de las familias chilenas.
Sin embargo, otra relación que resulta interesante y no es tan conocida, es la vinculación que hace la ONU entre igualdad de género y desarrollo. Según Cepal (2017) un factor determinante para el desarrollo de las naciones es la igualdad de género, pero esta igualdad solo es posible, si se releva el desarrollo de la autonomía de las mujeres (Pautassi, 2007)
Hablar de autonomía es referirse a la capacidad de las personas para tomar decisiones libres e informadas sobre sus vidas, de manera de poder ser y hacer en función de sus propias aspiraciones y deseos en el contexto histórico que las hace posibles” (CEPAL, 2011, pág. 9), es un factor fundamental para garantizar el ejercicio de los derechos humanos en un contexto de plena igualdad.
En relación con el género, la autonomía se ha definido como el grado de libertad que una mujer tiene para poder actuar de acuerdo con su elección y no con la de otros. Implica tomar libremente las decisiones que afectan sus vidas.
Para el logro de una mayor autonomía se requieren diversas medidas, entre ellas liberar a las mujeres de la responsabilidad exclusiva por las tareas reproductivas y de cuidado; poner fin a la violencia de género; mejorar acceso y permanencia a una educación no sexista y adoptar todas las medidas necesarias para que las mujeres participen en la toma de decisiones en igualdad de condiciones.
De acuerdo con lo anterior, se desprende que el desarrollo de un país se vincula entre otros factores, con la igualdad de género, la que a su vez está condicionada por la educación no sexista; poner a las mujeres y las niñas en el centro de las economías y en el centro de las prioridades para la toma de decisiones dará lugar a mejores resultados de desarrollo y más sostenibles para la humanidad, apoyará una recuperación más rápida frente a diversas crisis y encauzará al mundo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Pero la igualdad de género y en consecuencia el desarrollo, son posibles en la medida que las mujeres tengan acceso a una educación igualitaria. No cualquier educación: una libre de sesgos y estereotipos de género, que no reproduzca el ordenamiento social que ha puesto históricamente los hombres por sobre las mujeres, y que las impulse e incentive a atreverse a tomar riesgo e incursionar en disciplinas consideradas tradicionalmente masculinas.
Ya lo decía Gabriela Mistral: Instrúyase a la mujer, que no hay nade en ella que le haga ser colocada en un lugar más bajo que el del hombre.
Doctora Carolina Salinas Alarcón
Secretaría de Género
Universidad Católica del Norte – Sede Coquimbo
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