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18-O: génesis de un proceso constitucional inconcluso

Fecha: 19 octubre, 2022

18-O: génesis de un proceso constitucional inconcluso

Académico de la UCN, Dr. José Antonio González, analiza proceso constitucional desde su origen en una de las fechas clave de la historia reciente de Chile.

Al cumplirse tres años del estallido social, el historiador y académico de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica del Norte (UCN), Dr. José Antonio González, analizó los principales aspectos de un acontecimiento que marcó las bases de un proceso constitucional que aún no termina y cuyo resultado es incierto.

Se cumplen tres años del inicio del estallido social, ¿cómo marca esta fecha el actual proceso constitucional que vive el país?

El 18 de octubre nos plantea dos visiones que son importantes de considerar. Una es una coyuntura inicial que fue fundamentalmente el proyecto constitucional de Michelle Bachelet que reunía todo lo que se estaba reclamando en el país, es decir, el Estado social y democrático, la seguridad social y el reconocimiento de los pueblos originarios. Esto, al ser desechado en el gobierno de Sebastián Piñera, levantó una bronca de distintas fuentes que estaban, en mi opinión, muy soterradas. Y eso no fue interpretado por la Convención Constitucional. En ese sentido, eso fue una segunda coyuntura que se pudo haber planteado como una situación en que la Constitución hubiese estado legitimada de manera original, y eso obviamente fracasó.

En ese sentido, ¿cree que fue una lección no aprendida?

Presentó una coyuntura de aprender una lección. La misma experiencia y la historia nos enseñan que si tenemos una posibilidad de salir del caos institucional, no podemos descartarla sobre la base de una arrogancia intelectual o de alguna soberbia en términos políticos o ideológicos. Entonces, lo que uno espera es que como país podamos realmente remediar esta división, pero sin olvidar el trasfondo que es precisamente una nueva Constitución. Es importante, no tanto en lo que se espera y las expectativas, sino en plantearse, y eso en mi opinión es el tema de fondo: la legitimidad originaria de la Constitución. Y el segundo tema es plantear, en cierta forma, la continuidad de la Constitución del año 1925, obviamente remozada, en cuanto a la seguridad social. Es decir, todo lo que el Estado tiene que dar como cobertura social a la sociedad civil, y naturalmente eso implica mayores tributos. Y eso también significa redefinir la fisonomía del Estado como social y democrático, y llegar al reconocimiento de los pueblos originarios, y naturalmente tener una dimensión ecológica, aunque no sé si es necesario ponerla a nivel constitucional, y esto era lo que fundamentalmente se solicitaba de manera transversal.

¿Ha faltado una visión más amplia del proceso?

Otro punto es la responsabilidad del intelecto. Es decir, los que tenían fundamentalmente orientación de opinión, elementos de juicio, debían aportar y no llevar agua a su molino. Pensar en el interés de la población y en lo que debe ser nuestra convivencia en un espíritu, en que, si no tenemos desarrollo económico, obviamente no podremos llegar a una sociedad que sea distributiva.

¿Cómo analiza los cambios de la opinión ciudadana durante el proceso constituyente?

Esa parte pendulante de la ciudadanía ya es manifiesta en las últimas décadas. No me sorprende que votemos A y al día siguiente votemos B, y la mejor prueba es precisamente la sucesión presidencial Bachelet-Piñera Piñera-Bachelet. Es evidente que nos pasamos de la centro-izquierda a la derecha, o de la Convención Constitucional al rechazo. Incluso, previamente hubo una votación que le daba respaldo a la centro-derecha en el Parlamento. Entonces esa visión -en cierta forma- la pongo como un catalizador de la ciudadanía en el sentido del equilibrio del poder. Si a la ciudadanía no lo logra convencer esto, entonces la ciudadanía en forma intuitiva busca cuál puede ser el equilibrio que nos lleve a un cauce de desarrollo de progreso, pero naturalmente bajo un diseño de orden y de crecimiento. Entonces, esa frustración que uno observa en las encuestas, en mi opinión responde al mismo fenómeno. Es decir, por un lado, todavía está el eco del fracaso de la Convención Constitucional, que no puede precisamente disminuir o mitigar los efectos. Esto fue un fracaso sonoro y fue un fracaso fundamentalmente de todo lo que significó la responsabilidad política, tanto de los nuevos actores como de los viejos. Y, por otro lado, es el concepto de que Chile es un país equilibrado en sus manifestaciones ideológicas que comúnmente tiene el horizonte en la justicia.

LEGITIMIDAD

¿Cómo cree que debe evolucionar el proceso?

Creo honestamente que el tema es que queremos una Constitución de legitimidad originaria, no de maquillaje. También tenemos claro que la Constitución no nos va a solucionar del atolladero en el cual nos encontramos, con crisis económica, problemas de seguridad, con una inmigración que no podemos controlar en nuestras fronteras, y, obviamente que eso puede conducirnos a una réplica de lo que estamos observando en toda América Latina o incluso a nivel mundial con el populismo. Entonces, ahí tenemos esta prueba de fuego, que frente a los extremismos tenemos que recordar no solamente el respeto a la autoridad, a las instituciones y fundamentalmente a todos los habitantes, hombres, mujeres, migrantes y nacionales que viven en este territorio.

En la actualidad el proceso constitucional está siendo liderado desde el ámbito parlamentario, ¿cuál es su impresión de este cambio?

Aquí hay una paradoja. Cuando se realizó el plebiscito inicial (de entrada), lo que no se quería era que intervinieran los partidos políticos ni los políticos. De ahí que era una convención abierta. Pero a mí me parece bien que, en suplencia, dado que no se puede hablar con movimientos sociales que no tienen una orgánica de interlocución, intervenga uno de los poderes del Estado que es representativo de la soberanía popular. Puede gustar o disgustar cómo está el Congreso, pero son genuinos representantes de la soberanía popular. Entonces, por lo menos que avance y que pueda poner esto que están llamando los bordes, pero que esto sea precisamente el marco donde la nueva convención electa, con un número más reducido, con lo cual estoy de acuerdo, pueda buscar cuáles son los puntos de consenso e ir nuevamente a un plebiscito con la ciudadanía.

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