Al ingresar al mundo laboral las y los estudiantes enfrentarán problemáticas y deberán tomar decisiones donde, según explica el académico Doctor Francisco Correa Schnake, Director del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía y Director del Departamento de Teología UCN sede Coquimbo, la reflexión y el discernimiento ético es clave para acompañar ese proceso.
¿Cuál es el aporte del Departamento de Teología en la formación ética de las y los estudiantes?
El Departamento de Teología imparte cursos de formación general teológica y de ética profesional a gran parte del estudiantado de la Universidad Católica del Norte Sede Coquimbo, junto a lo anterior, desarrolla una amplia labor de extensión académica realizando Jornadas Teológicas, Coloquios de Filosofía y generando espacios para la conversación académica.
En este contexto, desde hace un tiempo se viene trabajando en temas de ética, lo que en los últimos años se ha orientado al aprendizaje y enseñanza de una manera de hacer una deliberación ética, en conjunto, con un equipo interdisciplinar de académicos e investigadores de nuestra universidad, tanto del Instituto de Ciencias Religiosas y Filosofía (Antofagasta y Coquimbo) y de la Facultad de Medicina (especialmente la colega Mg. Beatriz Parada Romero) y de la Universidad Católica del Maule. Con este equipo, al que se suman otros colaboradores externos, desarrollamos el Diplomado en Discernimiento Bioético que va en su novena versión, abordando la ética desde una perspectiva amplia y presente en todas las dimensiones de la vida.
¿Cuáles son los desafíos éticos que enfrentan hoy los jóvenes?
En el norte tenemos una serie de desafíos que tienen su dimensión ética, por ejemplo el tema medioambiental no es sólo un tema de lograr una producción sostenible, sino una producción que sea la mejor posible para el ser humano y todas las expresiones de vida, que sea respetuosa, que reconozca la diversidad, porque parte de experiencias históricas en este ámbito muestran la falta de reflexión, discernimiento, atención y respeto por la vida, experiencias que relatan lo mal que lo hemos hecho, produciendo a cualquier costo, sin reflexionar en los impactos ni tener presente a las generaciones futuras.
¿Entonces cómo se logra desarrollar estos criterios éticos?
Se requiere un abordaje crítico, reflexivo y permanente. No porque siempre se ha hecho así se debe seguir haciendo de la misma forma, por tanto, el discernimiento y la deliberación debe hacerse siempre. Eso no es relativismo, no, la vida es dinámica y los problemas son siempre nuevos aunque en apariencia puedan ser similares, las personas son distintas, las sensibilidades que intervienen son distintas, las apreciaciones culturales de cada época son diferentes, por tanto no basta con repetir respuestas, las repuestas de ayer sí son importantes, pero no sólo eso, también hay que entender las sensibilidades actuales, no hay una sola manera de sentir el mundo de hoy y todas merecen ser tratadas con respeto. Pero para saber cuál es la que mejor aporta para el equilibrio del planeta y para la vida humana tenemos que repensarlas, atenderlas en serio y no desecharlas como si no fueran importantes.
¿Cómo deben enfrentar las nuevas generaciones el desafío del discernimiento ético?
Esto supone una actitud humana de toma de conciencia de los procesos intencionadamente, hay que intencionar esa reflexión porque no brota por libre espontaneidad, lo que uno suele hacer espontáneamente es repetir, mientras que el buscar y plantearse las cosas supone un atender la realidad, intentar entenderla y en ese atender hay varias miradas, porque no es sólo la mía la que vale, me obliga a relacionarme con otros y no solo con los de hoy, sino con los de ayer, pero pensando en los de mañana.
Un ejemplo interesante es la esclavitud, durante mucho tiempo no se discutía y no se consideraba un problema ético. Hoy día difícilmente alguien podría plantear que la esclavitud es un bien. Ahora, teniendo este nivel de desarrollo en nuestra sociedad no podemos negar que hoy en día existen muchas maneras de esclavitud que son distintas a las de antes. En este ejemplo, se explicita la permanente necesidad del discernimiento porque no por el hecho de que hoy no existe una esclavitud como la de ayer, esto significa que no existe esclavitud.
Entonces la realidad va evolucionando y la reflexión o el discernimiento tiene que acompañar esa evolución, para poder hacer el proceso y decir esto sigue siendo bueno o esto sigue siendo bueno en este aspecto y no en el otro, o esto claramente ya no es algo bueno y hay que hacer algo distinto.
¿Cómo se llega entonces a que el otro piense y llegue a este discernimiento?
Yo creo que para tratar de influir y proponer este tema a las nuevas generaciones el trabajo no comienza con ellos, hay que hacerlo con los que formamos a las nuevas generaciones, ellos son lo que nosotros le hemos enseñado a ser y por tanto muchos de los límites que uno puede ver o pensar que existen son reflejos de nuestros propios límites.
En ese sentido creo que la juventud tiene una disposición critica interesante, pero propia de un segmento etario que tiene que madurar aun, no sólo en el juicio sino en coherencia, tal como nosotros.
¿Qué está haciendo la UCN para lograr atender este desafío en las nuevas generaciones?
La universidad está haciendo varias cosas en esta dirección, en las nuevas mallas que se rediseñan se ha conversado sobre la importancia de incorporar la ética de una manera transversal a lo largo del currículo, y ya hay dos comisiones trabajando. Hay experiencias interesantes como en la carrera de Enfermería y Kinesiología donde ya no hay un curso de ética profesional, sino módulos en distintas asignaturas, donde se trabaja con los profesores de las asignaturas a partir y en el contexto de las propias disciplinas.
El trabajo que estamos haciendo con la universidad hay que seguir profundizándolo, ha tenido muy buena recepción de los y las colegas de otras disciplinas, pero siempre nos topamos con un tema de tiempo y también de conocimientos; porque no es fácil, requiere entrar en otra lógica y otra manera de pensar.
En el caso de los estudiantes, si bien tienen una capacidad crítica hay que acompañarlos en el proceso de deliberación y discernimiento ético, consciente e intencionadamente y tenemos que estar muy disponibles a que se equivoquen, es parte de la vida, y además tiene que ver con el respeto por las decisiones de otro.
Esto implica desarrollar la capacidad de valoración y respeto del otro, incluso en aquellas decisiones que yo no tomaría. Esto no es fácil, supone madures, también es un tema de edad, está relacionado con superar la tentación de creer que tengo siempre la verdad y que mis decisiones son las mejores o únicas posibles. Es un tema social complejo de abordar sobre todo en culturas como la nuestra que son fuertemente jerárquicas.
Este discernimiento ético es un proceso individual pero no individualista, por tanto, con los jóvenes se debe trabajar en una deliberación en equipo, en comunidad, hay que superar esta visión de la vida centrada en uno mismo y pasar a una concepción de vida relacional y es en esas relaciones donde actúa la ética y donde debe expresarse.
¿En esta crisis ética que estamos viviendo como sociedad donde hay mucha desconfianza cómo avanzamos?
En la ética la confianza es fundamental, sin confianza no puedo pensar que estás buscando un bien compartido, es decir, el tuyo y el mío, el del nosotros. Cuando la relación con el otro se transforma en una exclusiva competencia tenemos un problema porque nos cuesta ver al otro como un aliado, porque culturalmente nos han enseñado a competir, pero en una mala comprensión de lo que es competir. En este sentido, la ética es un aspecto fundamental de la experiencia humana y en la colaboración es donde está la posibilidad de cambio.
Sin diálogo es muy difícil que haya un discernimiento ético real porque el diálogo y la conversación, tal como lo entiende Maturana, es poner la vida en un encuentro con otro, el diálogo tiene que ver con esta disposición, este reconocimiento de lo distinto de otros y la valoración de eso y en ese reconocer y valorar te respeto. Como sociedad hemos cometido un error que es pensar que el diálogo es algo que traemos y ahí la pregunta sería ¿dónde nos enseñan a dialogar?, ¿dónde aprendemos?
En los hogares muchas veces no existe este diálogo, no necesariamente porque no se quiera, sino porque no se sabe, no se ha aprendido a concretarlo a partir de una cultura que es más vertical que horizontal. En este contexto, socialmente delegamos en los colegios y universidades este esfuerzo, partiendo del supuesto de que los docentes y académicos sabemos dialogar. Sobre la valoración y capacidad real para dialogar, creo que como sociedad nos falta mucho, es un gran desafío que debemos abordar.
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