Alejandro Rodríguez, periodista y profesor de la Escuela de Periodismo UCN
Mientras miles de profesionales de la salud combaten una pandemia sin precedentes, los medios y periodistas batallan un virus que se esparce ¡Es el clickbait! Este neologismo anglosajón que significa ciber anzuelo busca conseguir atención rápida, pero con información que no es precisa, sensacionalista, sin mayor contraste e incluso lleva a inducir noticias falsas.
Hoy nos encontramos desconectados físicamente por la pandemia y seguridad sanitaria. Más que nunca en la historia vivimos conectados a través de la información para sobrevivir a esta nueva normalidad. Pero no es fácil, ya que a la velocidad del virus también proliferaron los líderes de barro, esos que se lucen en redes sociales, influencers de probeta, quienes no miden el impacto de sus palabras y de las consecuencias que implican.
¿Vale más un like que una información veraz? Anhelan ser los primeros de un listado de éxitos superfluos, modifican realidades y con ello generan alborotos, crean y deshacen conspiraciones, bulos elaborados, mentiras dolorosas como que todo este contexto es realmente una manipulación; que los médicos ganan más dinero por cada enfermo de COVID, entre otras frases que son merecedoras de un anexo en los libros de historia sobre “el lado B de la pandemia”.
Pero esto no es algo nuevo. El filósofo Marshall McLuhann ya en la década de los 70 teorizaba que los medios, en este caso las redes sociales, manipulan al receptor, lo movilizan y construyen su personalidad y su conciencia, todo ello incluso por encima de los contenidos que se transmiten. Esto se explica porque en la actualidad la información se centra en la forma, aspecto o apariencia, y no en una investigación con contenido.
Nuestra era social vive -pareciera retrógrado- en la fase del mito. Antes los minotauros rondaban laberintos protegiendo la verdad, hoy los anti vacunas vigilan desde torres 5G como el supuesto Nuevo Orden desea controlarnos ¿pero cómo lo prueban con tanta seguridad? ¡Desde el mito digital!
En mayo de 2020 el documental “Plandemic”, con más de 8 millones de reproducciones en Facebook y cerca de 7 en Youtube, presentaba a la científica Judy Mikovits narrando la trama orquestada, según ella la pandemia era de invención humana y sus fines espurios apuntaban a la dominación global. Dándonos luz a los “borregos” de nuestra total falta de lucidez. Ahí nacía la “plandemia”. Cabe destacar que las investigaciones anteriores de Mikovits fueron rechazadas por sus pares.
En la misma órbita, fortalecido por este “plandémico” efecto gravitacional, el movimiento anti mascarillas, anti vacunas, tenían maná suficiente para transitar libres por las redes, promueven teorías sin base científica como: las mascarillas provocan hipoxia, las vacunas producen alteraciones genéticas o que la instalación de torres 5G colapsará nuestro sistema inmunitario.
Los equipos de salud no son los únicos que se ven desmoralizados cuando escuchan estas célebres teorías, también son los periodistas que se exponen en terreno para contar in situ las historias de familias que lloran la pérdida de sus familiares que fueron vencidos por el COVID. Qué darían ellos por decir que sus pérdidas son solo montajes.
Pese a que las fake news provocan que la labor periodística se realice cuesta arriba, hoy debemos renovar nuestra misión de entregarle a la comunidad la capacidad de discriminar, reflexionar y mirar con una mayor conciencia lo que está ocurriendo. Romper el hipnotismo de la inmediatez; contrarrestar fuentes informativas, y recordar que nuestra narrativa construye realidades, siempre de la mano de la ética y responsabilidad social. Hoy tenemos en nuestras manos la posibilidad de inocular una comunicación veraz, consciente, y eficaz ante la ola desinformativa, la pandemia comunicacional de este siglo.
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