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No podemos desaprovechar el talento

Fecha: 9 marzo, 2023

Carolina Rojas Córdova

No podemos desaprovechar el talento

Carolina Rojas Córdova
Directora Departamento de Ingeniería Industrial UCN

Qué duda cabe que el desarrollo de la ciencia y la tecnología son pilares fundamentales para enfrentar los grandes desafíos de la humanidad, siendo evidencia reciente el rol que jugaron en el combate de la pandemia. Es por esto que las universidades tienen el deber de incorporar y desarrollar todos los talentos disponibles que permitan desplegar y fortalecer estas disciplinas. Sin embargo, actualmente ese objetivo no se logra, porque el talento femenino está insuficientemente representado en estas áreas. De acuerdo con las últimas cifras de ingreso a las universidades chilenas, la brecha de género en las carreras de Ciencias es de casi 10 puntos, mientras que en las de tecnología la brecha aumenta a casi 70 puntos porcentuales. Por ejemplo, la carrera de Ingeniería en Computación de la UCN recibió sólo 8 son mujeres del total de sus 120 estudiantes nuevos.

¿Qué explica esta brecha? Hagamos un ejercicio, dibujen un profesional de las carreras de Ingeniería, Construcción, Enfermería y Educación. Probablemente, los dos primeros dibujos son hombres, mientras los dos últimos son mujeres. Esto es resultado de una carga simbólica de género que se va sembrando a lo largo de la educación, donde se reproducen estereotipos de género que definen cuáles carreras son “masculinas” y cuáles “femeninas”. Desde la temprana infancia, las niñas reciben muñecas, tacitas y coronas, juguetes que incentivan el rol del cuidado y promueven el valor de la estética; mientras los niños reciben autos, trenes y robots, que incentivan y favorecen el entendimiento de fenómenos físicos y relaciones lógicas. En otras palabras, desde muy temprano se van forjando las motivaciones y capacidades que las van excluyendo del quehacer de la ciencia y la tecnología, disciplinas que, además, ofrecen mejores salarios y otorgan un mayor estatus simbólico.

Impulsar la participación equitativa de género no sólo tiene un valor en sí mismo, sino que es necesario para generar ciencia y tecnología de calidad. El fracaso de incorporar la diversidad en la propagación de la ciencia provoca soluciones limitadas en representación y, por ende, limitada en calidad e impacto. Por ejemplo, los síntomas de un infarto al miocardio no son los mismos en hombres y mujeres, pero aún hoy se diagnostican de igual forma. Adicionalmente, hoy se sabe que equipos más diversos generan soluciones más innovadoras. Por ejemplo, soluciones para transmitir datos electrónicos y para tratar la leucemia, entre otros, fueron propiciadas por mujeres que han logrado subsistir en ambientes que le eran ajenos.

No podemos desaprovechar el talento de nuestras niñas para desarrollar soluciones que enfrenten los complejos desafíos globales. Es por esto que incentivar su interés por la ciencia y la tecnología no es sólo un tema ético, sino de sostenibilidad para nuestra sociedad.

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