Javiera Cáceres, psicóloga egresada de la UCN, es funcionaria de la Dirección de Género.
Con una maleta morada, Javiera Paz Cáceres González (26) pasaba la aduana desde Iquique a Antofagasta para cursar Psicología en la Universidad Católica del Norte (UCN), acompañada de todo su clan familiar.
Como un augurio, el morado se transformó en el tinte que marcaría su movilizado paso por el pregrado, cuyo hito principal fue la toma feminista de 2018, y luego también su vida profesional, ya que las reflexiones y experiencias adquiridas entonces la llevaron a desempeñarse como psicóloga en la Dirección y Secretaría de Género UCN, donde cumplirá cuatro años de trabajo.
Su alto interés por el conocimiento y el pensamiento crítico la mantiene cursando un programa doble de postgrado: Maestría en Psicología de la Salud por la Universidad Internacional Iberoamericana de México y Máster en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Europea del Atlántico, gracias a la Fundación Universitaria Iberoamericana (Funiber).
¿Cómo fue tu paso por el pregrado en la Escuela de Psicología UCN?
“Fue una experiencia cargada de distintos factores, gran parte tiene que ver con venir a vivir a Antofagasta para estudiar. Hubo momentos positivos y negativos, relacionados a vivir sola y lejos, como con la carrera. Destaco de estudiar Psicología en la UCN la mirada general y amplia de las distintas ramas de la disciplina, porque vemos un poco de mucho: laboral, clínica, jurídica, entre otras. Aparte de eso, nos ofrecen electivos para profundizar en algunas áreas como también visualizar otras que no están en la malla curricular. Valoro esa versatilidad de la carrera”.
¿Cómo viviste las movilizaciones estudiantiles?
“Hubo varias movilizaciones, diría que todos los años que estudié, incluso cuando estuvimos en pandemia en el que hubo un paro online. Esas experiencias nos dieron una mirada crítica tanto al quehacer como futuros profesionales de la salud, como también como ciudadanes. Las movilizaciones le dieron un plus a nuestra formación. Esa mirada social y aterrizada, que no te entrega el contenido académico, en aula, lo pudimos tener en las movilizaciones. La participación estudiantil es parte esencial de la vida universitaria. Haber vivido esas experiencias, formarnos entre estudiantes, lo destaco absolutamente”.
¿Cómo ha repercutido ese aprendizaje en tu vida profesional?
“Yo creo que marca mi vida profesional. Decido trabajar en las temáticas que abordo hoy desde ese aprendizaje fuera del aula. Hay que echarle para trabajar en violencia de género, tienes que tener vocación y estar sensibilizada y consciente de las estructuras sociales, de la interseccionalidad de las personas y de cómo eso afecta en, por ejemplo, la salud mental. Algo que suelo demarcar en mi trabajo es algo que subí a mi Instagram @ps.javi_caceresg, sobre la psicologización de las experiencias. Creo que a partir de estas movilizaciones, en particular en la toma feminista del 2018 que fue un hito internacional, puedo ser más consciente y sensible ante estos hechos que vivimos, creo, todas las mujeres”.
Hoy trabajas en la Dirección de Género UCN. ¿Cómo ha sido el contraste de pasar de la protesta a la institucionalidad?
“Estar en ambas veredas te da la posibilidad de entender cómo trabaja la institución. Para hacer cambios tienes que cambiar también las estructuras institucionales, entenderlas me da la posibilidad de saber dónde se tienen que hacer los cambios, a qué se le tiene que dar más trabajo. Haberme movilizado me permitió llegar con calle. Tienes esta consciencia, esta sensibilización para trabajar en espacios que, probablemente, no están tan sensibilizados como tú”.
ÁREAS
Una de las áreas a la que te dedicas es la psicología clínica, sin embargo, no fue tu primera opción…
“El área donde siempre me enfoqué fue en lo social-comunitario, siempre evadiendo lo clínico, hay que decirlo, es decir, no tomé electivos clínicos he hice solo una práctica en clínica. Uno de los motivos fue que visualizo que en la mayoría de los profesionales clínicos no tienen la mirada social porque probablemente, al igual que yo, evadieron los ramos comunitarios. Nos enseñan las ramas de la psicología como categorías aparte, como si al trabajar en lo clínico no usarás herramientas de lo social; y cuando llegas al mundo laboral te das cuenta de que esas herramientas que adquirí en lo social-comunitario hoy me sirven en la clínica”.
¿Cómo es eso?
“Desde la sensibilización, la crítica, la perspectiva que te dan todos estos ramos comunitarios que hoy aplico en la clínica. Probablemente, cuando estudias clínica pura ves teorías, herramientas terapéuticas, lo que está muy bien, pero dejas de lado esta perspectiva de cómo afectan las injusticias sociales en la salud mental… cómo, por ejemplo, no tener un trabajo digno afecta a tu salud mental, o la inequidad de género, las violencias, no tener una vivienda, o no tener para comer; cómo el hecho de vivir en un sector rural o en un sector muy al norte en Antofagasta y tener que viajar una hora para llegar a estudiar, afecta en tu rendimiento académico. Al menos cuando lo estudié en el pregrado, no era algo que lo tuviéramos presente, porque solamente atacábamos la sintomatología. ‘Está triste’, por ejemplo, pero esa tristeza probablemente viene de injusticias”.
¿Qué mensaje le darías al estudiantado UCN?
“Aprovechen la vida estudiantil, participen, movilícense, porque lo que van a aprender no está sólo en los textos, está en el día a día, en la cotidianidad. Como yo venía de afuera, no aproveché mi vida universitaria, si bien establecí vínculos muy bonitos, estoy arrepentida de no haberla disfrutado más. Les insto a participar de actividades que ofrece la Universidad, la carrera… Cuando estaba estudiando hubo un congreso organizado por CLACSO en Argentina y no fui porque preferí irme a Iquique, me perdí la media experiencia por ser foránea. La Universidad no es sólo estudiar, sí es la principal razón, pero la vida pasa afuera del aula, así como también en lo clínico el cambio pasa afuera del espacio terapéutico”.
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