Cristian Rodríguez Salas
Director IPP UCN – Antofagasta
En la actualidad la región de Antofagasta enfrenta una nueva bonanza de los minerales, la convergencia de 2 ciclos de alta demanda y precios, producto de la emergencia climática, que impulsa la transición hacia una nueva economía global basada en la electromovilidad, intensivas en el uso de minerales críticos como el cobre y el litio. Frente a este panorama externo y por cambios en la institucionalidad ligada a la distribución territorial de las rentas del litio, la región recibirá recursos extraordinarios que transformaran a esta década en el periodo de mayores recursos disponibles para el Estado.
Aunque muy interesante la acalorada discusión del último tiempo sobre el cumplimiento de gasto anual, empero es un debate de mínimos, una discusión que pierde de vista el bosque, oscurece desafíos más sustantivos, como son: ¿qué hacer con los beneficios que provienen de la extracción de recursos no renovables, en que se invertirán, cuáles serán los parámetros que orientarán esas inversiones? En el pasado en lo que dice relación con el Fondo Nacional de Desarrollo Regional, los parámetros eran apoyar la convergencia de los territorios rezagados de acuerdo a los lineamientos de las Estrategias Regionales de Desarrollo, hoy en el marco de la descentralización con autoridades electas democráticamente los lineamientos están en el Plan de Gobierno.
Sin embargo, qué criterios de gasto se deben aplicar a un ingreso que proviene íntegramente de un recurso no renovable como es el litio. A mi entender no se puede utilizar los mismos parámetros tradicionales del FNDR. La región requiere de una política de inversiones sustentable, que supere el corto plazo, que incorpore una mirada por las nuevas generaciones, que se oriente a transformar recursos no renovables en nuevas capacidades a través de la educación, o el desarrollo de la ciencia y tecnología.
Se requiere construir un fondo de inversiones para la sustentabilidad, basado en los ingresos extraordinarios, sustentado en una nueva gobernanza, un acuerdo colectivo de largo plazo sobre qué hacer con recursos que existirán por solo una vez. La alternativa menos prometedora, pero tal vez la más tentadora, será gastar en iniciativas de corto plazo con redito inmediato. El resultado, sería una oportunidad excepcional pérdida, se caería en la trampa del rentismo, sería una profecía autocumplida cuando se mire en retrospectiva este periodo y digamos que solo nos quedaron los hoyos, en esta vuelta de la historia la responsabilidad ya no será de las mineras, sino de nuestras propias miopías y limitaciones.
En resumen, la política tiene en esta fase una oportunidad única de construir un legado para las futuras generaciones de antofagastinos, una alternativa pionera que no tendrá región alguna en el resto del país, que permitirá a sus habitantes mirar el futuro con más oportunidades y optimismo.
No hay comentarios